Farewell Njari

Nunca estamos preparados para decir adiós y, sin embargo, hay momentos en los que nos vemos obligados a hacerlo. Temprano esta mañana me encontré con la noticia de su partida: Njari, mi amiga, terminó su misión en la Tierra.  Llena de luz emigró al cielo. Me cuesta trabajo asimilarlo aunque también estoy tranquila porque sé que ya está en paz, después de una ardua lucha ahora vuela libremente y sin dolor.

Nos conocimos hace poco más de ocho años. En ese momento ella estaba casada y yo;  soltera (faltaban todavía algunos meses para que conociera a mi marido); ella vivía en Australia; y yo, en México. Entre las muchas cosas que teníamos en común sobresalía nuestra pasión por escribir cartas, hacer amigos alrededor del mundo y viajar, sin olvidar nuestro gran amor a la naturaleza.  Nos conocimos gracias a una aplicación de penpals (amigos por correspondencia que en ese entonces tenía Facebook). Ella vio mi perfil (en esa aplicación) y decidió mandarme un largo mensaje. Ella me encontró. Ella me escogió.  Me sorprendió lo mucho que me escribió, lo mucho que me contó de su vida sin ni siquiera saber si le contestaría. Fue un poco como si ya me conociera. A ella también le encantaban el arte, la lectura, ir al cine y pasar tiempo con sus amigos. También, como yo, era un poco solitaria y con una sensibilidad desbordante que no siempre era fácil manejar. No me fue difícil responderle y darme la oportunidad de conocerla.

Nuestra amistad comenzó con una serie de mensajes kilométricos donde nos hablábamos de todo: nuestros sueños, arte, nuestros respectivos trabajos, los viajes que deseábamos realizar y los cosas de nuestra rutina diaria.  Las dos leímos The Time Traveler´s Wife de Audrey Niffenegger y a los dos nos encantó ese libro. Nos emocionamos cuando supimos que iban a hacer una película basada en la novela (la cual por cierto, es una pésima adaptación y una de las peores películas que he visto).  También intercambiamos direcciones y nos enviamos algunas cartas con regalitos incluidos (postales, separadores de libros, pulseras, detallitos). Desde el principio nos tuvimos confianza y desde el principio compartimos nuestros sentimientos. Era un alivio tener a quien escribirle en los momentos tristes.  Siempre tuvo una palabra de aliento para mí en los momentos complicados y de la misma manera estuve ahí para ella cuando su matrimonio se desmoronó. Manteníamos largas conversaciones (mensajes) acerca de nuestras metas, me contaba de sus viajes. Estuvo ahí cuando comencé mi nueva vida con la familia que elegí. Me mando una tarjeta felicitándome por mi próximo matrimonio. Preguntaba por la salud de Rebeca y entendió mis momentos de silencio en esa lucha por la salud de mi hermosa pequeña.

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Thanks for the Gift

Después de su divorcio y mientras se ajustaba a su nueva vida, llegaron los problemas de salud: empezó con una pierna que le dolía, que no le respondía, que no le permitía caminar bien.  Fue la época de estudio tras estudio y de incertidumbre: no sabían qué le pasaba. El problema parecía estar en la columna vertebral, pero nada estaba claro.  Se sintió triste, por supuesto, mil cosas pasaron por su mente, sobre todo cuando se dio cuenta de físicamente no podía hacer todo lo que deseaba; sin embargo, tomó la decisión de seguir adelante y no sumergirse en la desesperación.  Ahora tenía dos luchas ante ella: superar su duelo por aquella relación que no funcionó y entender qué pasaba con su cuerpo para encontrar la salud de nuevo. En una de sus cartas me dijo que quería hacer muchas cosas y que nada iba a detenerla. Ese se convirtió en su lema de vida a partir de ese momento. A pesar de los análisis y los hospitales, se las arreglaba siempre para vivir la vida con alegría. En sus redes sociales se expresaba siempre con optimismo, con alegría, siempre llena de entusiasmo y en completa armonía con la naturaleza. Cada día se volvía más espiritual y fuerte.  Encontró en su espiritualidad una razón para seguir luchando y así encontró también la felicidad, a pesar de sus dolencias físicas. Su condición empeoraba pero nunca su ánimo, nunca.  Había tomado la decisión de no detenerse y se mantuvo firme a pesar de todo.

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Llegó el diagnóstico para su padecimiento: tenía esclerosis lateral amiotrófica (la enfermedad de Lou Gehrig). Todavía no hay cura para esto y lo que provoca es una parálisis muscular progresiva que lleva a la muerte.  Sobra decir que ya no le era posible escribir cartas ni mensajes personales.  Cambió nuestra manera de comunicarnos. Aunque a veces sólo pudiera hacerlo brevemente, escribía siempre en Facebook, era su manera de estar en contacto sus amigos (que, por cierto, no éramos pocos). Publicaba fotos de los lugares que visitaba (siempre en la naturaleza), de amaneceres, atardeceres, de animales y de sus plantas. También publicaba fotos suyas con su enorme sonrisa y sus ganas de vivir. Nos contagiaba su entusiasmo, nos alegraba el día con su espíritu aventurero y su paz interior (siempre visible en sus palabras). Se hacía presente dándole  “like” a mis fotos, a mis estados en Facebook y , cuando le era posible, con breves comentarios o palabras de aliento.  No sé cómo lo hacía, pero estaba al pendiente de sus amigos. No se autocompadecía ni se lamentaba.  A medida que su condición empeoraba, apreciaba más las pequeñas cosas de la vida y se alegraba con sus pequeños (en realidad enormes) logros como poder ponerse de pie ella sola.

Se emocionaba con el vuelo de un pájaro, con la belleza de una flor, con los regalos de la Madre Tierra. Me parece que encontró su fuerza en su conexión con la naturaleza, en sus jardines de hadas, en los amaneceres y también en los atardeceres, en el suspiro del viento.  Su espíritu viajero no se durmió nunca y aún en su situación viajó mucho. Recorrió un poco el mundo y encontró el amor, a su compañero de vida que estuvo con ella en este camino tan duro.  Se me salieron las lágrimas cuando vi las fotos de su boda. Había cumplido su sueño y en su cara se dibujaba no sólo la felicidad sino una paz enorme.

Ver las fotos que publicaba me hacía feliz. Sus palabras siempre eran inspiración para mí. Ojalá cada vez fuéramos más los que pudiéramos vivir tan llenos de luz, en paz con nosotros mismos y con nuestra circunstancia, tan conectados con la naturaleza como ella.

A pesar de no haberla visto nunca en persona, podía sentir el amor que surgía de ella. Nos apoyamos muchos en momentos difíciles y entendimos nuestro respectivo silencio. La distancia no fue obstáculo para estar cerca y compartir momentos importantes de nuestra vida.

Deseaba venir a México. Por un breve tiempo estudió español o tenía la intención de hacerlo pues no se sentía bien por hablar solamente un idioma. Me dijo que quería venir cuando su salud mejorara. Ojalá hubiera venido. Ojalá yo hubiera podido visitarla. Ojalá la distancia no fuera tan larga. Ojalá le hubiera escrito más mensajes. Ojalá hubiera hecho más por alegrarle los días difíciles. Ojalá hubiera pensado más en ella y menos en mí. Ojalá. Ojalá. Ojalá. ¿Cómo no llenarme de ojalás cuando pienso en mi amiga y su partida?  A veces la muerte viene acompañada de culpas, de todo lo que pudimos hacer y no hicimos; nos cuesta aceptar o entender que hicimos lo que pudimos, que no somos infalibles, que cargamos nuestras propias batallas y tenemos nuestros defectos.

Fue su marido quien publicó la noticia de su partida y desde entonces la página se llenado de comentarios, de palabras de agradecimiento, mensajes de varios lugares del mundo que reflejan toda la luz que nos dio a quienes tuvimos la oportunidad de conocerla.

Ayer cuando vi una de sus fotos, me vi con ella en Australia, paseando por sus lugares favoritos, conociendo sus plantas, riendo con ella. Esa imagen me hizo feliz. Me desperté con ganas de escribirle para contarle y me encontré con la noticia… Quizá esa imagen fue una manera de presentir su muerte, de sentirla despedirse.

No tuve ánimo de ir a nadar esta mañana. Me quedé en mi habitación leyendo sus cartas y la sentí conmigo. Lloré. ¡Qué frágiles somos! ¡Qué efímeros! ¡Qué trabajo me cuesta despedirme!

Querida Njari, este año habrías cumplido 41 años (uno más que yo) y también en septiembre (como yo). ¡Qué rápido terminó tu viaje en la Tierra!  Mi amiga guerrera, mi amiga sonrisa, mi amiga mariposa, mi amiga vida, mi amiga invencible, mi amiga creadora, mi amiga maestra. La adversidad para ti era un reto no una queja ni tampoco una barrera.  Nada, ni siquiera la peor tempestad pudo arrancarte la felicidad ni el amor a la vida. Fuiste más fuerte que los huracanes y los temblores en tu cuerpo. ¡Gracias por tus enseñanzas, tus palabras de aliento! ¡Gracias por encontrarme en el sobrepoblado mundo de las redes sociales y escogerme como tu amiga! ¡Gracias por compartir conmigo una parte de tu camino!  Ser tu amiga fue y será siempre un privilegio.

“I walk each step not knowing where I go, but knowing I go with my heart” (Avanzo cada paso sin saber a dónde voy, pero sé que voy con todo mi corazón)

Njari Johnson

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Njari, my beautiful friend.

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A beautiful soul, farewell my beloved friend.

Nos encontraremos en la siguiente parte de este viaje a su debido tiempo. Mientras tanto seguiré tu ejemplo y viviré lo mejor que pueda, con ilusión, con entusiasmo y, sobre todo, con amor, abrazando la luz y enfrentando la adversidad de la mejor manera posible. Gracias por no rendirte. ¡Siempre gracias!

Siento como la melancolía de esta tarde se filtra en mi garganta, pero no voy a ponerme gris. Duele decirte adiós pero me alegra mucho haberte conocido.

Mientras estaba en mi pequeño jardín en la azotea, me di cuenta con gran sorpresa que en mi rosal encantado (que sólo tiene flores en ocasiones especiales) se asoma el diminuto botón de una rosa blanca, justo hoy en el día de tu partida…

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For you. 

 

Te encontraré siempre entre las flores y los árboles, siempre en la naturaleza.

~ por Naraluna en julio 29, 2016.

2 respuestas to “Farewell Njari”

  1. Querida Charlie, me conmovieron tus palabras hasta las lágrimas; estaba muy desesperada mientras leía tratando de adivinar su edad, que joven! Que impresión y entonces inevitablemente comparto todos tus ojalás, pues aunque yo no la conocía; me basta y sobra con tus palabras y opinión para sentir que sí lo hacía. Siento mucho tu pérdida queridísima sobrina, recibe un fuerte y cariñoso abrazo!

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