Cartas para Nadie escritas en la normalidad después de la pandemia. Cuadragésimo segunda carta.
13 de mayo 2023
¡Hola! ¿Creíste que no te iba a escribir? Pues aquí estoy, contenta de poder dedicarte unas líneas. He estado trabajando en unas transcripciones y estoy exhausta, apenas puedo mantenerme despierta.
Muy despacio mi espalda vuelve a la normalidad. Todavía tengo dolor en el cuello pero ya puedo hacer varias cosas. Tengo una nueva rutina que incluye trabajo en tren inferior. ¡Por fin mis piernas dejarán de ser de gelatina! Lo mejor, Nadie: Estoy haciendo cardio en una especie de elíptica donde practico mi zancada. ¡Es un gran avance! ¡Pronto voy a correr! ¡Vamos adelante, Nadie! No es mi mejor foto, pero te la comparto para que veas mi cara de felicidad al terminar mi entrenamiento de hoy.
Las flores del balcón y algunas del patio están cada día más esplendentes. La caricia de la lluvia las inspira. Nunca había tenido tantos jazmines ni geranios. Las caléndulas siguen reproduciéndose, las nuevas ya tienen botones. La fresa superó la crisis y duplicó su tamaño. Los frutos de la zarzamora están madurando. En los momentos de mayor ansiedad, pasar tiempo con ellas, disfrutar su compañía me devuelve la paz. En cuanto me sea posible, sembraré en las macetas vacías. ¡Es hora de volver a la naturaleza (al menos en medida de mis posibilidades)!
El miércoles 10 de mayo celebré el Día de las Madres con Rebeca, quien tuvo una idea genial: hacer un postre juntas. Hace tres semanas encontré una receta de mi tía abuela Alicia y me pareció el momento perfecto para hacerla. Era un mousse de chocolate con Grand Marnier. Derritiendo el chocolate y batiendo huevos, así pasamos la mañana juntas: el mejor regalo para mí.
Invitamos a mi mamá a comer. Disfrutamos una tarde llena de anécdotas, risas, un poco de vino y mucho dulce. Le encantó el mousse (a mí también). Mi mamá es un ejemplo de amor, generosidad y fuerza para mí. Agradezco cada día con ella, nuestras mañanas en el gym, nuestras comidas juntas, nuestras pequeñas celebraciones de vida en el día a día.
No te olvides, Nadie, de que la perfección no existe. Cuando estaba por terminar ese día, la noche tuvo un giro inesperado con la tremenda sacudida de un temblor de menos de 5 segundos. Fue de baja intensidad pero con epicentro en la Ciudad de México. Según entiendo, por eso se sintió tan fuerte. Me confunde que haya habido un epicentro aquí, es la primera vez (al menos para mí). Tuve la sensación de que la pared nos caía encima. Casi vomito. No hubo daños, sólo sustos y nosotros sin un bolillo para animarnos. Como bien sabes, después de los temblores, suele llegar la ansiedad. Fue una noche complicada pero estoy bien sólo demasiado cansada, lo suficiente para no poder abrirte mi corazón esta semana. Ya será la próxima.
Cuídate mucho,
Carla