Swallow Falls en Oakland, Maryland.
A mis amigos les gusta la aventura y también estaban decididos a llevarme de paseo. Yo sigo muy agradecida por esta sorpresa. Así que nos alejamos unos días de la ciudad de Pittsburgh para ir primero a Oakland y después Ohiopyle.
En la noche llegamos a Oakland, un pueblito acogedor en Maryland. Tuve oportunidad de conocerlo un poco cuando salimos a correr en la mañana, pues pasamos la mayor parte del tiempo en Swallow Falls State Park porque queríamos ver las cascadas. En este parque no hay señal de celular; por lo tanto, estuvimos varias horas desconectados del mundo y bien conectados con la naturaleza. ¿Qué más se puede pedir?
Justo cuando llegamos cayó un aguacero que duró alrededor de media hora, después ya pudimos bajarnos del coche y entrar al parque.

Primero nos dirigimos a una cascada chica. Estábamos rodeados de árboles Tsugas mejor conocidos como falsos abetos. Aunque el agua estaba helada, metimos los pies y caminamos un poco por la parte que no era profunda. ¡Éramos casi los únicos en ese momento! ¡Qué maravilla!
Sólo tomó unos minutos llegar a la cascada pequeña. Es hermosa y yo soy feliz cerca del agua. Muy feliz.

Encontramos un lugar para sentarnos a comer nuestro almuerzo, tomar agua, disfrutar la vista y escuchar la música de la naturaleza. Estábamos tan a gusto que no teníamos ganas de movernos. La ventaja del verano es que los días son largos y oscurece tarde, además no teníamos tanta prisa.


Una vez listos y ya con calma, nos dirigimos a la cascada grande: Tolliver Falls.

El recorrido fue un poquito largo pero no estuvo pesado. Ayudó mucho que no hiciera tanto calor. Yo iba feliz, renaciendo con los árboles y el agua. En un futuro (no sé que tan lejano) me gustaría vivir rodeada de naturaleza, lejos de las grandes ciudades (aunque amo mi ciudad).


Me encanta la voz del agua. Yo podría quedarme horas sentada cerca de una cascada escuchándola.


Cuando llegamos ya había salido el sol y era la tarde perfecta. Susan bromeaba cuando me dijo que nadara hasta la cascada. Me reí pero la idea se quedó en mi cabeza. No planeaba nadar pero quizá había otra forma de lograrlo. Tal vez podría llegar trepando por las rocas que estaban cerca de la cascada, pero me sentía insegura. Justo en ese momento se acercó Susan y cuando menos nos dimos cuenta, ya estábamos trabajando en equipo para llegar. Con una rama grande en la mano y mucha determinación nos lanzamos a la aventura. Fabricio nos tomó algunas fotos. Hace tiempo que no hacía algo así y aunque hubo momentos de duda, fue increíble hacerlo. Me sentí eufórica cuando llegamos a la cascada. Susan y yo no paramos de reír, empapadas. Lo que empezó como una broma se convirtió en una experiencia genial.



Seguimos nuestro recorrido, ahora queríamos una foto en la cima de la cascada. Caminamos un poco más. Todo iba muy bien. Ya estábamos cerca cuando me distraje y me resbalé. Caí sobre la rodilla. Pasaron unos minutos antes de que pudiera levantarme. Sólo fue el susto. Dudé en avanzar para tomarme la foto pues me temblaban las piernas y sentí miedo. En equipo lo hicimos. Reí con mis amigos. Tomamos las fotos. Me encantó este lugar.


La vida me sonríe. Es un privilegio poder vivir aventuras como ésta con mis amigos. Agradezco estos momentos pues hacen que la distancia duela menos.
Nos despedimos de Swallow Falls y también de Oakland. Ya era hora de seguir nuestro camino para llegar a Ohiopyle. Tenía mucha curiosidad por conocerlo…

