El laberinto de la ansiedad.
La ansiedad, para mí, es un monstruo que devora las ganas, un conjunto de miedos que juegan con la mente, un abismo de dolor invisible a los demás y que me aísla del mundo.
La siento en el cuerpo: mis extremidades se vuelven pesadas y moverme es una lucha intensa que me deja agotada. En este sendero avanzo en soledad pues nadie puede atravesar la barrera que me envuelve. La vergüenza me separa de quienes me rodean. No quiero que sepan que las hormigas me muerden las extremidades y el cuello, ni tampoco que los miedos me impiden levantarme. Un largo llanto se esparce por mi cuerpo y la tristeza se descontrola. La muerte aparece y los miedos implotan.
¡No me digan que le eche ganas! ¡No me digan que todo está en mi cabeza! Si tan solo dejaran de hacerme siempre las mismas preguntas… «¿Otra vez lo mismo? ¿Y ahora qué tienes? ¿Qué pasa? …»
Mi cuerpo sólo pide un abrazo y la casi imposible afirmación de que todo va a estar bien.
¡No me miren con frustración, compasión o impotencia! No encuentro un lugar donde evitar los juicios que me rompen.
La ansiedad es un muro de silencio donde mi mente escribe sus tinieblas y se pierde en ellas. ¿Cómo encontrar la luz en este báratro ingente?
La caída es inexorable y nadie escucha mi baladro.
La ansiedad es un laberinto de espinas por el cual camino descalza…
– Estoy sangrando.-