Hoy me tomé una selfie
Crecí convencida de que era fea. La palabra bonita no existía en mi vocabulario y el espejo era mi verdadero enemigo. Años más tarde, confundí esa palabra: creerse bonita parecía ser sinónimo de ser superficial y frívola.
Sin importar el tiempo ni la edad, bonita no ha sido la palabra para mí. En los últimos meses del año pasado empecé a enfrentar duras batallas conmigo misma. Después de encerrarme en el dolor físico y emocional, pude empezar a levantarme. Así he logrado salir de las tormentas y aprender de los demonios que me visitaron. Sigo aprendiendo y parece que no sólo afuera, sino también dentro de mí, llega la primavera.
Esta semana ya dejé de arrastrar mi cuerpo y en esta lucha para sanarme cada día avanzo con más seguridad y sintiéndome más ligera. He ido soltando mis miedos. Ya pronto voy a estar en completa armonía con mi cuerpo y conmigo misma.
Por primera vez en mis cuarenta años hoy me siento bonita. No tengo la sombra de mis complejos pasados ni la equivocada vergüenza de estarme convirtiendo en una persona frívola o superficial. Contra lo esperado, me gustó mirarme al espejo. Hacerlo me dio bienestar. Tuvieron que pasar poco más de cuarenta años para que pudiera empezar a amarme sin tinieblas.
Esta mañana el sol colmó mis pensamientos. Después, no pude evitarlo, me tomé una selfie porque me siento bonita, porque quiero compartir mi sonrisa, porque es la primera vez que digo esto en voz alta y frente al mundo. Hoy me atrevo a decirlo sin sentirme mal. ¡Soy bonita!
Mientras lo digo siento como se quiebran los candados que me oprimían. Mis lágrimas ahora son sanadoras. Justo en este momento cierro el capítulo de espejos rotos y de las Carlas asustadas, inseguras, feas, o avergonzadas, de esas Carlas enemigas de sí mismas que he sido en las diferentes etapas de mi vida.
Soy bonita: me acepto tal cual soy y me siento bien con la imagen que veo frente al espejo, con la que fui y con la que soy ahora.
¡Soy bonita! Además de decirlo, me atrevo a escribirlo. En este instante logro verme sin criticarme; tampoco me censuro o juzgo. Me abrazo y en ese reencuentro conmigo misma soy, por fin, libre.

Hoy me tomé una selfie