El Sótano de las Golondrinas

El Sótano de las Golondrinas, un abismo natural de 512 metros de profundidad y 60 metros de diámetro, se encuentra en Aquismón, San Luis Potosí.  Es un área natural protegida y es ideal para quienes amamos la naturaleza.

Visitar este lugar era justo lo que necesitaba. Me gusta mucho vivir en la  Ciudad de México, pero después de cierto tiempo, me hace falta salir de ella y convivir con la naturaleza, olvidarme del tráfico y de la contaminación.

En el Sótano de las Golondrinas no hay golondrinas, les llaman así a los vencejos.  Estas hermosas aves salen del abismo (donde están sus nidos) al amanecer y regresan justo antes de que anochezca.  ¿Qué se sentirá ver salir a miles de aves? ¿Y verlas regresar? Pensar en ese espectáculo me emociona mucho.  Esa fue una de las razones por las que deseaba ir a ese lugar y es algo que todavía no he vivido.

El día que fuimos era invierno y todo estaba cubierto por la neblina. Cuando llegamos era difícil ver qué había frente a nosotros. Nos enteramos que ese día los vencejos no salieron del abismo: se quedan ahí en los días fríos o neblinosos.  No puedo negar que fue desconcertante saber que no los veríamos en este viaje.  Habrá que tener en cuenta el clima la próxima vez.  Ya estábamos ahí y no perdimos el entusiasmo. ¡De todas formas valía la pena hacer el recorrido!

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Sótano de las Golondrinas Aquismón, San Luis Potosí

Para llegar al abismo hay que caminar mucho. Es posible alquilar un bastón para avanzar con más seguridad en esta aventura. Hay zonas un poco resbalosas, bajadas grandes.

Hay lugares para acampar y lo pensé como una posibilidad para la próxima vez. De esta manera estaríamos cerca para ver a los vencejos salir y regresar a sus nidos.

En el camino hay vacas, gallos, gallinas y también vimos un cerdo.  La neblina nos acompañó la mayor parte del camino.

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Sótano de las Golondrinas Aquismón, San Luis Potosí

gallinas

Sótano de las Golondrinas Aquismón, San Luis Potosí

Vimos el Columpio de las Nubes, el cual cuelga de un árbol y ofrece un paseo muy cerca del cielo. Me gustó la idea pero no me pareció apto para las personas que padecen vértigo. Decidí no subirme en ese momento.

columpio

El Columpio de las Nubes El Sótano de las Golondrinas Aquismón, San Luis Potosí

Cruzamos puentes, bajamos escaleras, avanzamos rodeados de árboles y fue impactante llegar al abismo. Es posible acercarse a la orilla. Hay personas listas para ayudarnos a lograrlo. Hay que amarrarse una cuerda en la cintura. Para mí fue un acto de valor hacerlo pues pertenezco al grupo de las personas con vértigo. La única razón por la que me atreví fue porque supe que si no lo intentaba, después lo lamentaría mucho.

No había una sola parte del cuerpo que no me temblara, caminando muy despacio llegué a la orilla y me abracé al árbol que estaba ahí.  Me tomó unos segundos asomarme.  La oscuridad me atraía.  El vértigo es sentir que el vacío te llama y tú debes resistir ese deseo intenso de acudir a su llamado. Es una fascinación que paraliza, un terror que se siente en el estómago, en el pecho y en la cabeza.   En el abismo todo era negro.  ¿Cómo se vería en un día soleado?  ¿Cómo se vería con los vencejos regresando a casa?

 

Unos metros más abajo hay otra oportunidad para asomarse al abismo. Aquí no se puede llegar de pie. Hay que ir a rastras y estar acostado boca abajo para poder asomarse.  La sensación de vértigo fue más fuerte aquí pero me alegra haber tenido el valor de hacerlo.

A pesar del día neblinoso y de la ausencia de las aves, el Sótano de las Golondrinas me pareció un lugar fascinante.

Emprendimos el camino de regreso al coche.  La niebla era cada vez más densa.

Volvimos a pasar por el Columpio de las Nubes y ya que me sentía muy valiente decidí subirme.

Al principio estaba muy nerviosa y me aferré a las cuerdas con todas mis fuerzas; sin embargo, como un minuto después, me pareció que volaba, que nada me detendría, que era libre como nunca antes lo había sido. Solté las cuerdas, extendí los brazos y me dejé llevar por la sensación de bienestar que se adueñó de mi cuerpo. Me seguí elevando. No sentí temor con los giros. Creo que estaba viviendo un momento de euforia y no quería que terminara. ¡Sí es un columpio de las nubes! ¡Y me regaló libertad de la forma más inesperada!

Me tomó varios minutos poner los pies en la tierra.  Al caminar me parecía que flotaba…

Nos despedimos de un lugar paradisíaco al que tendremos que volver para visitar a los vencejos.

Amo México, mi querido México.

~ por Naraluna en febrero 24, 2018.

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