Una Tarde en Caldero Chorreado
Soy de una de esas personas a quienes la historia de Harry Potter atrapó desde el libro uno. Devoré cada uno de los libros de la saga y me encantan las películas. A mi marido le pasa lo mismo, creo que él es aún más fan que yo. A nuestras adolescentes también les gusta Harry Potter, sobre todo a Rebeca quien también leyó todos los libros. Mi hermana también ama las películas de este mago. Por eso cuando nos enteramos que había una cafetería dedicada a esta historia, no dudamos en ir. Se llama el Caldero Chorreado y se encuentra en el centro de Tlalpan, en la Calle Congreso 38A, cerca de las siguientes estaciones del Metrobús: Fuentes Brotantes y el Caminero.
Llegamos como a las 4:30 y con respecto a este lugar tengo sentimientos encontrados pues no llenó mis expectativas. Las críticas que leímos sobre el lugar hablaban de un pésimo servicio; sin embargo, jamás baso mis decisiones en las críticas que leo, para tener una opinión de algo necesito tener mi propia experiencia.
El lugar es muy bonito. Desde afuera se puede percibir la decoración del estilo de las películas de Harry Potter. En la ventana se exhiben varios objetos de colección de la saga y todos los veíamos entusiasmados.
Sólo hay 12 mesas en este lugar y demasiadas personas con ganas de entrar. Éramos muchos los que estábamos en la lista de espera. A la entrada hay una cadena que impide el paso y solamente la quita el mesero cuando es el turno de algún comenzar de dirigirse a su mesa. Junto a la cadena hay un letrero que dice que no pueden dar un aproximado del tiempo de espera porque eso depende de los comensales que están adentro. Tanto la cadena como el letrero impiden que haya un ambiente de cordialidad. Por si eso no fuera suficiente, cuando una persona preguntó acerca del tiempo de espera, el mesero contestó lo mismo que decía el letrero sin siquiera mirarla a los ojos. Ese mismo mesero tiempo después le dijo a otros clientes que ya ni esperaran pues no les iba a tocar lugar ese día, que ya la fila era larga y ya era tarde. Lo que me lleva a mencionar la siguiente desventaja: el lugar tiene mucha demanda pero un breve horario de servicio: cierra a las 7:30 en sábado pero la cocina cierra desde las 7:00. Me parece muy temprano para ser sábado y para la cantidad de personas que llegan.
En sí, el mesero a cargo de la lista de espera y de recibir a las personas hablaba sin entusiasmo, como si le pesara que llegaran más clientes. A veces contestaba de mal modo. Lo sorprendente es que, a pesar de esto, la mayoría de las personas que estábamos esperando nos quedamos ahí hasta que llegara nuestro turno. Así de grande era nuestra curiosidad por conocer un lugar dedicado a Harry Potter.
Cuando por fin nos tocó nuestro turno, antes de dirigirnos a nuestra mesa, el mesero nos dio varias indicaciones. No era nada del otro mundo, pero la manera de dirigirse a nosotros me hizo sentir incómoda y nada bienvenida. Por fin entramos al lugar. La cafetería es muy bonita y en cuestión de decoración, sí nos transportó al mundo de Harry. Me gustó el estilo del lugar. Las paredes están acogedoras y llenas de fotos y cosas de las películas.
Hay un póster de «Se busca a Sirius Black», del Prisionero de Azkaban. Está bien ambientado y desde esta perspectiva, no me habría sorprendido encontrarme a Harry con sus amigos en la mesa de al lado. La carta parece el Mapa del Merodeador y el menú de las pociones tiene la portada del libro de pociones de Snape. Esa idea me encantó. Mi sobrino de cinco años estaba emocionado y preguntaba: «¿Por qué aquí todo es de Harry Potter?».
Las críticas tenían razón: el servicio es pésimo. Los meseros atienden con flojera y se confían de la fama que tiene el lugar: como está dedicado a una de las sagas más famosas de estos tiempos y tiene mucha demanda, no hacen ni el menor intento por ofrecer un buen servicio. Supongo que, desde su punto de vista, no necesitan hacerlo si de todas formas el lugar está siempre lleno. Además, se tardaron mucho en servir la comida que, por cierto, no tiene nada de extraordinario. Yo no recomiendo este lugar para comer ni botanear.
Sin embargo, no todo es malo: las bebidas y los postres que alcanzamos a probar (porque especialidades como la Galleta de Sombrero y el Caldero Chorreado ya estaban agotadas) sabían bien. Me gustó la manera de servir la bebida tenebrosa (un flotante) que pidió mi marido: en un vaso verde con forma de calavera; eso le fascinó a mi sobrino. Yo pedí la Sangre de Dragón (ginger ale, jugo de arándano y de uva) y la disfruté mucho porque no estaba tan dulce como creí que estaría. También pedimos la famosa cerveza de mantequilla que sabe bien, le gustó sobre todo a mi hermana, quien me dijo que sabía exactamente como se la había imaginado. De postre pedí unos cupcakes. Recomiendo sobre todo el cereza, estaba muy rico.
Fue una buena idea ir y quitarnos la curiosidad. Además me divertí mucho pues fue una experiencia diferente que pude compartir con mi familia.
¿Valió la pena la espera? No lo creo. Aunque el lugar está bonito, la atención deja mucho que desear. La falta de amabilidad del personal desmotiva mucho. La única razón por la cual regresaría sería para probar el famoso postre «el Caldero Chorreado» y tomar alguna poción (se veían ricas) pero me es difícil considerar volver a un lugar donde no me sentí bienvenida.
Para quienes quieran conocer este lugar, les recomiendo que vayan al mediodía (hora en la que abren) de esta manera se ahorrarían el tiempo de espera para entrar y las especialidades del lugar no estarían agotadas. A lo mejor reciben un mejor servicio porque quizá a esa hora los meseros no tengan tanta flojera para atenderlos.
De esta experiencia me quedo con la sonrisa de mi sobrino quien estaba muy contento con la decoración y los colores de las bebidas; con la felicidad de haber compartido una tarde con las personas que amo.
Buscando en la red encontré otro lugar en esta ciudad dedicado a este famoso mago; según las críticas y comentarios, parece un lugar más atractivo. Pronto tendré la oportunidad de visitarlo y cuando eso suceda, les compartiré mis impresiones. Tal vez allá si exista la magia que en el Caldero Chorreado brilló por su ausencia.