Una Boda Bicultural y un Hasta Pronto

El objetivo principal de mi viaje era estar presente en la boda de mi amigo y hermano Fabricio.  Esta boda tendría lugar en Carrolltown, el pueblo natal de Susan a dos horas de Pittsburgh (en coche). Aunque la boda sería el sábado, teníamos que llegar un día antes para para estar en el Rehearsal (Ensayo en la iglesia) y la Comida del Ensayo (Rehearsal Dinner).

Carrolltown, Pennsylvania

Carrolltown

Carrolltown

Carrolltown

El viernes temprano en la mañana Fabricio y yo nos fuimos a Carrolltown, la idea era llegar allá como a las 10:30. Allá la novia, familia y las damas eran las encargadas de decorar el salón dónde sería la recepción de la fiesta.  El novio también estaba incluido. Entonces llegamos a trabajar en la decoración del lugar. Estuvimos ahí alrededor de tres horas  y la verdad fue divertido.  Conocí a la familia de Susan y a dos de las damas (bridesmaids) quienes, además, son las mejores amigas de Susan.  Robin, la hermana de Susan, era la dama de honor. En total seríamos  cinco damas más la dama de honor (maid of honor).

Había que decorar el salón, las mesas, todo.  El color favorito de Susan es el azul, por lo tanto, era el color predominante en la boda.  ¿Qué puedo decir? También es mi color favorito. Los centros de mesa que pusieron me encantaron por sencillos pero con estilo.

Nunca imaginé que me tocaría ayudar en esta tarea y fue muy entretenido hacerlo. Al estar presente y participar en la decoración del salón, la novia tiene la oportunidad de dejar todo exactamente como lo desea. Fue una mañana de creatividad compartida donde las ideas de la novia, su familia y las damas se combinaron para crear algo casi perfecto. Me impresionó la forma tan metódica y detallada en la que realizaron las cosas.

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Así nos quedó la piñata, lista para recibir mensajes. 🙂

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La entrada para los novios y el cortejo nupcial

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The Cookie Table (La mesa de galletas).

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La mesa de los novios y el cortejo nupcial

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Centro de Mesa

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Decoración del Salón de la Recepción Carrolltown

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Decoración del Salón de la Recepción Carrolltown

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Decoración del Salón de la Recepción Carrolltown

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Decoración del Salón de la Recepción Carrolltown

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Decoración del Salón de la Recepción Carrolltown

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Decoración del Salón de la Recepción Carrolltown

Decorando el Salón :)

Decorando el Salón 🙂

Justo afuera del lugar había un espectacular donde se anunciaba la boda. Les tomé una foto a los futuros esposos al lado del anuncio y también saltando entusiasmados (esta fue idea de ellos).  ¡Cómo disfruto tomar fotos!

Anunciando la boda.

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Los novios . Carrolltown.

Anunciando la boda.

Saltando junto al anuncio de la boda.

Una vez que terminamos, Fabricio y yo nos fuimos al hotel. Su tío ya había llegado, me dio gusto saludarlo. El hotel se llama The Noon-Collins Inn.  Es un hotel pequeño,  muy acogedor y original. Me encantó desde que entré.  Fue una muy buena elección de Fabricio.  Sus papás, hermano con su familia, sus tíos y yo nos quedamos ahí.  Este hotel parecía como un museo de época, fue casi como viajar a finales del siglo XIX o principios del siglo XX. Todo luce elegantemente antiguo. En la entrada se puede ver una grande y muy antigua muñeca de porcelana, bonita pero un poco macabra (se parece a las que utilizan en las películas de terror). Esa muñeca le habría encantado a  mi mamá.

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

La señora encargada del hotel es  de Vietnam y se esforzó por hacernos sentir cómodos, como si estuviéramos en casa. Puede percibir un olor a antigüedad, como el que había en la casa de Cuernavaca de mi abuelita, casa que también conservaba su pasado: tenía todos los muebles y juguetes de mi bisabuela y de mis tías abuelas.  Debo confesar que me gusta el olor al pasado  así como imaginar las historias que las paredes del hotel o sus muebles podrían contarme. Fue casi como estar en un museo pero con la posibilidad de tocar las cosas.  Después de registrarme, me fui a mi habitación: sólo tenía dos horas para relajarme un poco y estar lista.

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

Como el resto del hotel, la habitación era también muy acogedora. La alfombra era muy parecida a la que tiene mi mamá en su sala y la decoración me recordó de nuevo, un poco, a la casa de Cuernavaca que sigue bien fija en mi memoria. Me encantó estar ahí. Me encantó.

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

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The Noon-Collins Inn Ebensburg

Sólo tenía dos horas y las aproveché al máximo. Escuché música,  descansé un poco y me dediqué a arreglarme. Escogí para este día el vestido con el que me casé por lo civil. Era un vestido sencillo pero formal, adecuado para el Rehearsal.

El Rehearsal se realiza en la iglesia. Sólo están presentes los novios, sus papás, el cortejo nupcial (damas -bridesmaids- y acompañantes del novio – groomsmen-) y el sacerdote quien oficiará la misa el día de la boda pues se trata de un ensayo durante el cual el sacerdote explica a todos los que les corresponde hacer durante la ceremonia; también en ese momento se ensaya la entrada y salida de los novios, sus padres y el cortejo nupcial.

La cita era a las cinco y llegamos justo a tiempo. La iglesia me pareció muy bonita. Carrolltown es un pueblito muy cálido. Me quedé con ganas de conocerlo más, de visitar sus lugares turísticos y sus campos.

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Iglesia donde fue la boda Carrolltown

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Iglesia donde fue la boda Carrolltown

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Iglesia donde fue la boda Carrolltown

Ya en la iglesia me enteré que sería la primera dama junto con mi acompañante pareja en entrar a la iglesia pues los más altos iríamos adelante. Cada dama entra con un acompañante del novio. Ensayamos la entrada, las indicaciones fueron breves y claras. Al principio me tardé un poco en asimilarlas porque estaba muy nerviosa, luego tomé las cosas con más calma.

Ese día supe que iban a incluir en la boda algunas tradiciones mexicanas como las arras y el lazo que no es acostumbran allá. Robin me dijo que deseaban que los mexicanos nos sintiéramos incluidos, que fuera una boda en la que nadie se sintiera excluido. Con mucho gusto puedo afirmar que así fue: todos estuvimos lo más integrados posibles. En ese momento caí en la cuenta de sería parte de una boda bicultural. En realidad no me había puesto a pensar en eso antes. El sacerdote estaba muy contento y emocionado por ese hecho. Sería un evento del cuál todos aprenderíamos algo.

Cuando el ensayo terminó siguió la «Rehearsal Dinner» (la comida después del ensayo) en un pequeño restaurante muy atractivo. Descubrí que me gustan los pueblitos, que me siento bienvenida en ellos y que no extrañé tanto la ciudad como yo creía que lo haría.

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Cielo. Carrolltown.

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Carrolltown

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Carrolltown

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Afuera del Restaurante donde fue la Rehearsal Dinner Carrolltown

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Afuera del Restaurante donde fue la  Rehearsal Dinner Carrolltown

Carrolltown

Lugar del Rehearsal Dinner Carrolltown

Esta comida se planea para los asistentes al ensayo y sus respectivas familias, pero en este caso también se incluyeron familiares y amigos de los novios.  Nos divertimos mucho. Las damas (sólo faltó una) y la novia nos tomamos un shot de una bebida dulce (baileys, irish cream no recuerdo qué más y crema batida). Aunque ese mismo día acababa de conocer a las damas, me sentí muy bien con ellas. También platiqué muy a gusto con los amigos de Fabricio. en este viaje nunca me sentí fuera de lugar y la mayor parte del tiempo estuve a gusto, contenta.

Damas. Shot. Carrolltown

Damas con la novia. Rehearsal Dinner. Carrolltown

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Shot para todas.  Rehearsal Dinner. Carrolltown.

De pronto se me acercaron los novios y me dieron regalos. Yo me quedé boquiabierta. Resulta que es costumbre americana que los novios les den un regalo a los miembros del cortejo nupcial.  Yo no tenía idea de eso y me sorprendí mucho.  Las damas recibimos tres regalos: una bolsa negra con azul y con nuestras iniciales,  un regalo personal (para mí fue un libro de Star Wars, soy fan de las películas y me agradó mucho mi regalo:  ahora veré qué me parece el libro, será el primero de la saga que lea), un par de aretes con su respectivo collar iguales para todas pues eran los que llevaríamos puestos el día de la boda (desde un principio Susan me dijo que no me preocupara por el collar ni los aretes porque esos se los regalaba la novia a sus damas).  Me sentí muy consentida y me encantaron mis regalos. La bolsa me ha sido muy útil pues además de bonita tiene un buen tamaño, me cabe hasta el libro que siempre llevo conmigo cuando salgo.   Los novios consienten mucho a su cortejo nupcial.

Regalos de los novios para las damas.

Regalos de los novios para las damas.

Fue una velada alegre, luminosa y acompañada de una extraordinaria luna azul (la segunda luna llena de julio). En el cielo de Carrolltown mi luna se veía enorme y muy brillante. Vivo enamorada de la luna y su luz me llenó de energía. Fue casi perfecto, sólo me faltó mi familia.

Luna Azul Carrolltown

Luna Azul
Carrolltown

Ya en la noche me regresé con Fabricio al hotel. Era su última noche de soltero. Estaba nervioso pero también muy emocionado. Platicamos un poco y aproveché ese momento para darle las gracias por todo su apoyo en esos días, por su amistad así como también para desearle lo mejor en esta nueva aventura que comienza. Lo quiero mucho y él lo sabe.  Llegamos al hotel y después de darle las buenas noches a mi amigo y a su familia,  me fui a mi habitación donde estuve escuchando música un rato antes de dormirme.

Me sentía muy feliz y también muy sensible. Recordé cuando Fabricio y Susan, en una videollamada, me dijeron que estaban comprometidos. Me dieron ganas de gritar de alegría y corrí con el celular para que mi marido y nuestras adolescentes vieran el anillo y felicitaran a los novios.  También me vinieron a la mente esas largas pláticas en el teléfono con Fabricio, nuestros retos, momentos difíciles, las risas, los consejos, los sueños. Pensé en el camino que él había recorrido para alcanzar ese sueño que ya estaba a unas horas de hacerse realidad. Desde que lo conozco,  Fabricio nunca se da por vencido, él es de las personas que lucha hasta llegar a la meta, los obstáculos no lo tiran ni lo alejan del camino: aprende de ellos, lo fortalecen.

También pensé en aquella videollamada donde me dieron la más grande sorpresa: cuando me pidieron que fuera dama en su boda. Fue un gran honor haber sido elegida como parte del cortejo nupcial en esta boda.

A la mañana siguiente, el papá de Susan pasó por mí a las siete de la mañana (en realidad llegó un poco antes y yo también estuve lista un poco antes).  Nos recogió a dos damas y a mí, nos llevó a las tres al lugar donde nos peinarían.  En el camino fui saboreando lo que pude ver de Carrolltown a través de la ventana. También en ese lugar el cielo es hermoso, muy hermoso.  Carrolltown es un pueblo tranquilo y muy verde, entre casa y casa hay kilómetros de áreas verdes, de árboles y flores.  No hay edificios y eso me agradó.

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Carrolltown

Carrolltown

Carrolltown

Llegamos al salón donde nos peinarían. Robin ya estaba ahí y nos tenía preparado un delicioso desayuno: fruta, bagels con diferentes aderezos dulces y salados para escoger y jugos.

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Desayuno. Carrolltown.

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Desayuno Carrolltown

desayuno

Desayuno Carrolltown

A los pocos minutos llegó Susan.  Las damas debían llevar el pelo recogido. Cada una escogimos nuestro estilo de peinado y todas tuvimos una idea diferente pero respetando siempre los deseos de la novia. Las señoritas se pusieron a trabajar en nuestros peinados.  A la novia le hicieron caireles y llevó el pelo suelto. Se veía muy muy hermosa.

Peinados

Peinados

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Peinados

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Peinados

Después fuimos a casa de la novia donde todas nos arreglaríamos y donde después tendría lugar la sesión de fotos de la novia con su familia y con las damas.

Para mí esta experiencia fue muy diferente a la que tenía con las bodas en México. Es una tradición que las damas y la novia se arreglen juntas. Hay entre ellas un compañerismo y complicidad que yo desconocía. Una de las damas llegó preparada con el «emergency kit» (botiquín de emergencia) el cual contiene todo lo que la novia y también sus damas puedan necesitar, desde maquillaje y botellas de agua hasta aspirinas (y mil cosas más que no recuerdo). Me quedé muy sorprendida.  Así que pasé toda la mañana con la novia y las damas.  Eso fue un enorme alivio para mí.  No sé cómo me las hubiera arreglado yo sola: ni habría podido maquillarme y abrocharme el vestido habría sido una misión imposible. Arreglarnos en equipo no sólo fue genial sino también divertido. Reconozco que es algo que nunca había hecho. LLamó mi atención que todas las damas teníamos varias cosas en común, entre ellas, el no usar maquillaje casi nunca. Emily, a quien todas identificamos como «the make-up artist» (la experta en maquillaje) maquilló a la novia. Susan se veía hermosísima: radiante, feliz y sencilla pero elegante. Emily también me ayudó con el maquillaje. Pasé de sentirme torpe e inútil a parte de su grupo, parte de un equipo.  Yo era la única mexicana y todas me apoyaron mucho. No suelo sentirme bien rodeada sólo de mujeres pero esta vez fue diferente. Fue inesperado pero fue increíblemente divertido pasar toda la mañana con ellas.

Llegó la hora de ponernos los vestidos. Lo hicimos juntas, apoyándonos unas a otras. La única que no se puso el vestido en ese momento fue la novia, pues a ella la ayudaríamos después.  Nos pusimos el collar  y los aretes que nos habían regalado el día anterior. Lucían muy bien con el vestido.  Robin hizo los collares y aretes.  ¡Es muy talentosa!

Todos, absolutamente todos los detalles (hasta el más mínimo) son muy importantes. El collar debía tener el mismo largo para todas las damas y si desacomodaba tantito (como que el broche en lugar de estar atrás se moviera al lado o al frente), siempre había una dama que se diera cuenta y ayudara a la dama en cuestión a acomodarlo de nuevo. Soy muy distraída para esos detalles y las damas me apoyaron mucho para tener todo siempre en orden (aretes y collar bien acomodados).

La novia se viste al final: su mamá y las damas la ayudan a hacerlo. La ayudan a ponerle el vestido,  los zapatos, los aretes, el collar. El fotógrafo va captando cada instante con su cámara. Fue toda una experiencia vivir este proceso del cual yo no sabía nada.

Para esta boda hice todo lo que yo alguna vez dije que no haría  y que según yo no me gustaba: vestirme igual a las demás, peinarme igual, cuidar hasta el más mínimo detalle, pasar el tiempo entre mujeres. ¡En fin!  Resulta que amé cada parte del proceso, que no me desagradó nada, que me sentí la más afortunada del mundo.  Bien dicen que más rápido cae un hablador que un cojo. Aprendí a no decir nunca.  Pues todos mis nuncas se convirtieron en algo que disfruté  al máximo.

La mayor parte del tiempo esa mañana me sentí como dentro de una película romántica donde todo es risa y alegría, donde los sueños se realizan con dulzura y sin lágrimas. Si existe un día para sentirse así, por supuesto, debe ser el día de una boda. Recuerdo que el día de mi boda caminaba entre nubes y con una sonrisa que no quiso despegarse de mi boca.  Y, por cierto, casualmente todas las damas de esta boda ya estamos felizmente casadas.

Una vez lista la novia, se llevó a cabo una sesión de fotos de la novia sola, la novia con su familia, la novia con las damas. Después de eso, ya estábamos más que listas para irnos a la iglesia.

Damas con la novia

Damas con la novia

Otra cosa curiosa:ahí sí cumplen la tradición de que el novio no debe ver a la novia hasta que ella camine hacia el altar al comienzo de la ceremonia. En México he escuchado eso, pero no me ha tocado asistir a ninguna boda donde se lleve a cabo esa tradición. Ahí fue diferente. Al llegar a la iglesia, el novio estaba afuera en la sesión de fotos con sus acompañantes. Como la novia debía entrar a la iglesia sin ser vista, una camioneta se estacionó en frente obstruyendo la vista al novio y sus acompañantes. Por si fuera poco, dos damas abrieron unos paraguas para cubrir a la novia y el resto de las damas hacíamos una especie de barrera. El objetivo se cumplió: la novia entró sin ser vista.  La novia y las damas se ocultan en un saloncito mientras esperan pacientemente a que la ceremonia comience.

La ceremonia comenzó a la una y fue una ceremonia católica.

Vista Iglesia 1

El novio no camina hacia el altar acompañado de su madre. Más bien el novio y el padrino (best man) llegan a la iglesia por una entrada lateral y ahí esperan a la novia. Después entran los padres de los novios, excepto el padre de la novia.

Los sigue el cortejo nupcial.  Mi pareja y yo avanzamos lo más despacio posible (yo siempre tiendo a acelerar el paso y fue un reto no hacerlo esta vez). Una vez que el cortejo nupcial llegó a sus respectivos lugares, apareció la novia acompañada de su padre.

novia

Fabricio brillaba, su felicidad era contagiosa.  Mientras la novia se dirigía al altar, el novio la miraba embobado. Ambos se miraban llenos de amor.

novio y padrino

Al llegar al altar, el padre abrazó a la novia y saludó al novio.  Ambos se miraron fijamente. Hubo como un acuerdo tácito entre ellos en el cual el novio se comprometió a ver por el bienestar de la novia. Entonces el padre entregó a la novia y se retiró a su lugar. Frente al altar quedaron los novios; junto a ellos, la dama de honor y el padrino respectivamente. En este caso la dama de honor era la hermana de la novia; y el padrino, el hermano del novio.

novios altar

El comienzo de la ceremonia fue muy similar a una boda católica mexicana.  Se leyó la primera lectura con su respectivo salmo responsorial. En seguida se leyó la siguiente lectura con la particularidad de que se leyó en español, detalle que me gustó mucho.  Después vino el Evangelio con su respectiva homilía.  Como ya lo había mencionado antes, el sacerdote estaba muy emocionado por esta boda bicultural y lo expresó también en su sermón.  Habló maravillosamente. Para ese momento ya me resultaba casi imposible contener las lágrimas, pero no quería ser la dama que llorara en la boda. Me quedé muy conmovida. Además del sermón tan bonito, mi hermano se estaba casando con la mujer perfecta para él y ambos estaban resplandecientes. Nunca había visto a Fabricio sonreír de esa manera.

La ceremonia fue muy emotiva para la mayoría de los invitados y las palabras del sacerdote se me quedaron en el corazón.

Una vez terminada la homilía, vinieron la declaración de intenciones, el intercambio de votos, la bendición e intercambio de de los anillos. Estos son los momentos más románticos, mas esperados de la ceremonia. Con la excepción del idioma, la dinámica es también muy similar a la de las bodas católicas mexicanas.

votos1 votos anillosa

anillos

Justo después de este momento vino la parte mexicana de la boda: las arras y el lazo.  El sacerdote explicó a los invitados en que consistían ambos. La madrina de arras (tía de Fabricio) le dedicó unas palabras a los novios. Fabricio le iba traduciendo a Susan.   Me gustó mucho cómo les habló y lamento no tener esas palabras conmigo ahora para poder compartirlas.

arras lazo

La siguiente parte de la boda fue algo nuevo para mí: encender la Vela de la Unidad. Del lado izquierdo del altar hay tres velas: dos delgadas en los extremos y una más gruesa en el centro.

velas

Antes de comenzar la ceremonía, las madres de los novios encendieron una vela cada una (las de los extremos). La vela del centro permaneció apagada hasta este momento en el cual los novios la encenderían.  Esta vela del centro es la vela de la unidad y simboliza la unión de dos familias que se convierten en una sola. La novia toma una de las velas encendidas; el novio, la otra y con la luz de ambas velas, juntos, encienden la del centro:  se juntan dos llamas individuales para encender una vela  y de esta manera la pareja une el amor de ambas familias.  Antes eran dos familias, ahora son una sola.

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Encendiendo la Vela de la Unidad

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Encendiendo la Vela de la Unidad

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Encendiendo la Vela de la Unidad

El resto de la ceremonia continúa de manera similar a la nuestra, excepto que cuando llega el momento de dar la paz, los novios le dan la paz a todos los miembros del cortejo nupcial. Eso me permitió darles un abrazo de paz a ambos.

A la hora de la comunión, los miembros del cortejo nupcial deben formarse para recibirla; sin embargo, esto no los obliga a comulgar. A los miembros del cortejo que no vayan a recibir la comunión, se les da la bendición en su lugar.  Nunca había visto eso y me gustó  mucho. El sacerdote no recrimina ni reclama a quien no reciba la comunión, le da la bendición con amor.

Yo estaba nerviosa porque no sabía como se pide la bendición en lugar de recibir la comunión, pero seguí el ejemplo de Wendy (la dama que estaba a mi lado) y recibí la bendición que me llenó de alegría sin ningún contratiempo o percance. No lo hice, pero el sacerdote me transmitió tanta paz que me dieron ganas de abrazarlo.

Al final de la ceremonia en México se acostumbra dejarle el ramo a la Virgen de Guadalupe, en esta boda los novios ofrecieron una oración a la Virgen María. Todos los demás esperamos en silencio a que lo hicieran.  Una vez listos, salieron los novios, después sus padres, el cortejo nupcial y por último los invitados. Una vez afuera, como en México, se abraza y felicita a los novios.

Una dama muy feliz :)

Una dama muy feliz 🙂

Para terminar, se llena de burbujas el camino por donde pasarán los novios regalándonos sonrisas a todos.

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Burbujas

Burbujas

El novio feliz.

Felices.

La misa terminó alrededor de las dos de la tarde y la recepción empezaba a las cinco.  Allá se acostumbra tomar una siesta después de la ceremonia y antes de la recepción.  En los días anteriores a la boda, los novios dejaron sugerencias para los invitados mexicanos de lugares a visitar y cosas que hacer en el transcurso de esas horas.

Para los miembros del cortejo nupcial, eso no aplicaba. Todavía había mucho qué hacer en esas casi tres horas. Hubo otra sesión de fotos en la iglesia. De ahí nos fuimos a casa de la novia y nuestro transporte fue un camión escolar. ¡Eso fue genial!

Camión

Camión

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En el camión

En casa de la novia nos dieron algo de comer, lo cual agradecimos  mucho pues nos dio energía para seguir con nuestro recorrido. La siguiente parada fue otro lugar cuyo nombre no recuerdo para continuar con la sesión de fotos. El lugar estaba muy bonito y se nota que es una tradición tener la sesión de fotos ahí pues coincidimos con la sesión de otras dos bodas.

Unos minutos después de la cinco llegamos al lugar de la recepción. Nuevamente los novios entran acompañados del cortejo nupcial. Primero se anuncia la llegada de los novios.  Entonces entran los papás, después las damas con los acompañantes del novio y, por último, los novios.  Todos entramos bailando al ritmo de «Levantando las manos».  Fue tan divertido como original.  En el centro de la pista, los novios bailan su canción romántica. Una vez que terminan, bailan otra canción lenta con su cortejo.  Así es, a las damas y acompañantes del novio nos tocó bailar en pareja una canción lenta.  En seguida nos sentamos en la mesa de los novios: las damas nos sentamos del lado de la novia y los acompañantes del lado del novio. La dama de honor dio su discurso a la novia; el padrino, al novio.  También habló Emily y no pudo evitar llorar. Fue muy conmovedor. Brindamos todos y a comer.  Cada vez que alguien golpeaba suavemente su copa con un cubierto, los novios tenían que besarse.  Como era de esperarse, hubo música de copas seguida de muchos besos.

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Mesa de los novios

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Centro de Mesa

Unos minutos más tarde comenzó la música. Las primeras canciones fueron lentas, principalmente para que las parejas se animaran a bailar. Luego siguió la música country, la cual es muy popular allá y no lo es tanto aquí, excepto por canciones como No Rompas Más (Achy Breaky Heart) y Payaso de Rodeo, las cuales bailamos emocionados tanto mexicanos como americanos. Hubo muchas canciones pop para todos los gustos y también varias mexicanas (incluyendo a Timbiriche). Dicho de otra manera, hubo baile y diversión para todos tanto americanos como mexicanos y el objetivo de tener una boda integrada y divertida se cumplió. Robin me enseñó algunos pasos de canciones de allá y yo le enseñé algunos pasos de canciones que se bailan acá. Todos bailamos sin importar la nacionalidad ni tampoco si conocíamos la canción o no; seguíamos el ritmo, la corriente y la música nos mantenía unidos.

No se lanzó el ramo porque prácticamente no había solteras en la boda (todas las amigas de Susan ya estaban casadas, hubo muy pocas solteras) pero el novio sí le quitó la liga a la novia. Antes de hacerlo le dedicó un baile y lo hizo bastante bien, se llevó varios aplausos.

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En algún momento los novios partieron el pastel.

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Lo que me recuerda que allá tienen la tradición de guardar el piso de arriba del pastel en el congelador durante un año: lo descongelan para comérselo en la celebración de su primer aniversario.

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No niego que esta tradición me resultó un poco extraña y no sé qué tan atractiva me parezca. Susan me explicó que si el pastel es de buena calidad, conserva su buen sabor una vez descongelado.  Espero que su pastel sea de excelente calidad y que lo disfruten mucho en un año.  Tengo mucha curiosidad por ver qué tal sabe. Ya me contarán los novios su experiencia con el pastel en un año.

Bailé la mayor parte del tiempo. La música es mi debilidad y también una forma de conectarme con los demás. Encontré en la pequeña Maritza una dulce e incansable pareja de baile.

La boda terminó a las diez en punto y seguimos celebrando en un bar donde los mexicanos entre uno y otro shot acabamos con las bebidas del lugar. Los shots son mucho más chicos que los de aquí.  Entre shots, fotos y risas el tiempo voló. El «after» de la boda fue un inolvidable relajo que todavía sigo disfrutando. Terminó la noche con mi amigo casado y con el buen sabor de una boda espectacular.

El coche de los novios quedó como el de las películas: con sus respectivos «just married» y sus latas en las ruedas.

coche novios

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Los mexicanos somos escandalosos, los americanos son mucho más tranquilos. A veces parece que no tenemos nada en común y, sin embargo, en este viaje aprendí que eso no es cierto. Independientemente de las diferencias culturales, de nuestros gritos y silencios, encontramos un espacio en común donde ambos convivimos, aprendimos y disfrutamos. Conocí a personas con quienes tengo mucho en común y con quienes me gustaría seguir en contacto. Viví un intercambio cultural  que no me esperaba, muy enriquecedor para mí.  La persona que llegó a Pittsburgh y la que estaba por regresarse a México ya no era la misma: este viaje me hizo crecer mucho.

Al día siguiente hubo un desayuno para despedir a los novios quienes ese mismo día se iban de luna de miel. ¡Cómo cuesta trabajo despedirse!  Lo mejor fue despedirnos sin tanto rollo, como si nos fuéramos a ver al día siguiente. Sentí nostalgia con un poco de tristeza, pero me aseguré de no mostrarlo. Confío en que no pase mucho tiempo antes de que volvamos a vernos.

Mientras tanto, mis amigos comienzan una gran etapa en sus vidas. Les esperan grandes retos pero también grandes alegrías.  Les deseo toda la felicidad del mundo y me faltan palabras para agradecerles todo lo que hicieron por mí en esos días.

No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós: es sólo un hasta pronto, un hasta muy pronto.

Por último, quiero agradecer a Emily, una de las damas quien además de compartirnos sus fotos de la boda, me permitió usarlas para ilustrar este blog (principalmente las fotos del rehearsal, de la iglesia y del coche).

~ por Naraluna en agosto 18, 2015.

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