No soy torpe, sólo zurda.
Cuando voy a correr, tengo que hacerle un doble nudo a las agujetas de mis tenis con la esperanza de que esta vez no se deshaga. Muchas personas se han reído de mí por eso e inclusive tuve un novio que se enojaba conmigo por eso. Alguna vez me dijo: «A ver si ya aprendes a amarrarte las agujetas». Como si yo no lo hubiera intentado, como si no fuera eso un problema para mí. Además de torpe, me sentía inútil.
Tiempo después, en una revista para zurdos que me encontré en la red, leí un artículo sobre las situaciones por las cuales una persona zurda crece convencida de que es torpe, ahí mencionaban el problema de amarrarse las agujetas. Descubrí que algo tan «sencillo» como eso podría resultar un gran reto para las personas zurdas. Algunas de ellas compartían sus experiencias al respecto en ese artículo. Entonces no se trataba de mi inutilidad y torpeza para hacer algunas cosas sino de los retos que tenía en frente por el simple hecho de ser zurda. Leer eso me dio un gran alivio y comenzó a cambiar la manera en la que me veía a mí misma, aunque a veces todavía no logro eliminar del todo la palabra torpe de mi vocabulario.
Con respecto a las agujetas, sigo peleándome con ellas pero ya no me angustio ni me siento mal por eso, lo tomo con gracia. Aprendí a reírme de eso en un viaje con mi gran amigo Herwig. Mientras paseábamos, las agujetas se me desamarraban a cada rato, no puedo ni contar la cantidad de veces que tuvimos que detenernos por eso. Mi amigo, en lugar de desesperarse, se estaba divirtiendo y me tomó una foto amarrándome las agujetas. Nos reímos mucho los dos. A diferencia del pasado, me sentí aceptada. También aprendí a reírme de eso. A la fecha él no sabe lo mucho que significó esa foto para mí, lo mucho que me ayudó en ese momento.
No sólo se trata de amarrarse las agujetas, los zurdos nos enfrentamos a cosas que para los diestros son triviales.
Cuando yo estaba en primaria no existía toda esta cultura en favor de los zurdos. En esos tiempos no se hablaba de tijeras para zurdos, no se hablaba de nada para zurdos; lo más que recuerdo es que nos asociaban con tener mala letra y dislexia. Pero no todos los zurdos tienen mala letra ni tampoco dislexia. El punto es que cuando yo estaba en primaria no había tijeras para zurdos y no importaba cuánto me esforzara, siempre cortaba mal y siempre me lastimaba la mano. Los maestros me llamaban la atención por hacerlo mal y mis compañeros se burlaban de mí. Hasta hace relativamente poco, cortar era una experiencia difícil y dolorosa para mí (algunas veces terminé con ampollas en la mano).
Escribir con letra cursiva también ha sido complicado para mí. Cómo hacer la G e I mayúsculas sigue siendo un gran enigma para mí. Cuando era maestra intentaron enseñarme con un nuevo sistema en el cual decían que para eso no había diferencia entre diestros y zurdos; sin embargo, sí la hubo y esas letras cursivas serán siempre un enigma para mí. Cuando estaba en primaria, las maestras me bajaban puntos en ortografía porque no sabían si mi letra era una a o una o. Nunca me fue posible tener un cuaderno limpio, pues quedaba lleno de manchas de lápiz o de tinta al igual que mis manos (cosa que no ha cambiado mucho hoy en día). Es raro que un zurdo no se manche las manos de tinta cuando escribe. Tenía como 7 años cuando me mandaba llamar la psicóloga de la escuela porque las maestras pensaban que hacía mal la letra para llamar la atención porque tenía problemas en casa. Nunca tomaron en cuenta mi esfuerzo. Mi único «problema» era ser zurda; aunque en realidad no era un problema. Ir con la psicóloga tenía sus ventajas: perdía clase, me ponían juegos y me daban algo de tomar y galletas.
Con respecto a los deportes, cuando jugábamos kickball siempre me mandaban la pelota del lado derecho pero yo pateaba con el pie izquierdo. Por otro lado, durante los años que jugué tenis, mi revés era una gran ventaja: a las personas diestras les cuesta mucho trabajo lidiar con el revés de una persona zurda.
La parte interesante de ser zurda en la universidad, nuevamente, tenía que ver con escribir. En los salones había escritorios para diestros pero rara vez se encontraban para zurdos o había que mandarlas pedir. Resultaba menos complicado adaptarse a uno para diestros. Aprendí a escribir encima de mi carpeta, la cual colocaba en mis piernas. Cuando había examen tenía que encontrar la posición menos incómoda para poder escribir en el escritorio y si alguien hubiera querido copiarme, le habría sido casi imposible lograrlo.
En la vida de quienes somos muy zurdos, es decir, que nuestra zurdez va mucho más allá de sólo escribir con la mano izquierda, hay algunos misterios sin resolver que resultan ser cosas muy sencillas para los diestros.
Por ejemplo, hoy en día sigo sin saber cómo funciona un abrelatas. No podría explicar cómo he logrado abrir latas todos estos años y me daría mucha vergüenza decir cuánto tiempo me tardo en hacerlo.
Nunca sé hacia qué lado se abre o se cierra la llave del agua; eso es problemático cuando no hay agua pues no tengo manera de saber si dejé la llave abierta o cerrada.
Afortunadamente hoy en día hay laptops y ya son más comunes que las computadoras de escritorio (PCs), porque mover el cursor con el mouse ha sido terriblemente complejo para mí y es misión imposible cuando se trata de hacerlo con la mano derecha, lo cuál era un verdadero problema en las clases de computación.
No importa cuántas veces me lo han repetido, nunca sé de qué lado van los cubiertos en la mesa. Cuando no tengo a quién preguntarle, me siento completamente desorientada.
Además, me estresa mucho saludar a las personas de beso. Seguro hay quienes están pensando que soy una exagerada, pero un detalle tan sencillo como dar un beso en mejilla puede terminar en un accidentado beso en la boca por no saber hacia qué lado moverse. Es un accidente muy común en los zurdos y no, no es una trampa para robarle un beso a alguien. Por eso cuando se trata de saludar, muy rara vez doy yo el beso; me daría mucha pena equivocarme de lado. Hay accidentes que no son graves pero sí muy incómodos.
Hay otros misterios que con paciencia y constancia he logrado resolver.
Me encanta crear cosas con las manos y cuando busco tutoriales en youtube, muchas veces necesito mirar los videos desde el espejo para entender las instrucciones. Antes, ver estos videos y leer instrucciones para hacer algo era como tratar de descifrar códigos de gran complejidad. Voltear las instrucciones no es nada sencillo, pero ahora ya puedo hacerlo casi automáticamente.
Cuando vamos a restaurantes busco sentarme siempre en el extremo izquierdo, para que nadie se siente junto a mí de ese lado y pueda comer tranquila sin preocuparme por no chocar ni tirar la comida de quién esté a mi lado.
En la escuela nos enseñaban: «la derecha es la mano con la que escribes», excepto que la derecha no es la mano con la que yo escribo. Por consiguiente, hoy en día todavía me confundo. Para saber cuál es la derecha, me pongo una pulsera en esa mano y recuerdo: «la derecha es la mano de la pulsera»; aunque confieso que últimamente se me ha olvidado hacerlo.
Bailar en coreografías o en pareja también representaba problema para mí. Bailar sola está perfecto, pero coordinar en las coreografías o girar hacia el lado correcto era prácticamente imposible. Yo era la que siempre giraba en sentido contrario, quien pisaba o se estrellaba con quien estuviera cerca; no podía bailar canciones como «No Rompas Más» o «Payaso de Rodeo» sin tener algún pequeño accidente. Y luego me pregunto porqué me sentía torpe…
Además de tomar clases de baile por un buen rato, aprendí algo muy útil para una zurda como yo: cuando no sé hacia donde girar, sólo tengo que hacerlo al revés de como yo lo haría, exactamente al revés. Así logré bailar «No Rompas Más» y «Payaso de Rodeo» sin accidentes. No son mis canciones favoritas, pero siempre que las ponen en las fiestas las bailo feliz pues es mi manera de celebrar es pequeño gran triunfo que es bailar esas canciones sin tener accidentes ni ir contra corriente. De vez en cuando es bueno no ir contra corriente.
A diferencia de los diestros, yo me levanto, comienzo mi día y mis actividades con el pie izquierdo; no quiero pensar en lo que sucedería si empezara con el pie derecho.
Todavía digo «a la derecha» cuando quiero ir hacia la izquierda. Quienes van conmigo se ríen y me dicen: «Te refieres a la derecha de los zurdos».
Hasta hace algunos años, no lograba que una pluma fuente durara mucho tiempo: todas se tapaban. Como en otros detalles, llegué a creer que no sabía usarlas, hasta que un día me topé con una pluma fuente para zurdos y esa pluma, sin ser muy fina, me duró casi nueve años. Mi amiga, quien vive en Londres, me regaló una la última vez que vino a México y ya tengo pluma fuente para varios años.
El pequeño detalle con los utensilios, herramientas, accesorios para zurdos es que no es fácil conseguirlos y generalmente son muy caros. Hay una enorme diferencia entre comprar unas tijeras grandes y de buena calidad para diestros que para zurdos. Son mucho más caras las tijeras para zurdos.
También hay varias cosas para zurdos que son innecesarias pero divertidas, como las tazas. Todavía conservo una taza que me regaló alguien muy especial y que me hace sonreír cada vez que la veo. Es mi primera y única taza para zurdos. Es divertido tenerla y es genial para mi colección de tazas. Me hizo reír mucho cuando me la regalaron. Esa taza me encanta.
Aunque la mayoría de las veces haga las cosas al revés y dé más vueltas de las necesarias para llegar al resultado (el profesor que me daba clases particulares de física, me decía que sus alumnos zurdos encontraban la manera más complicada de resolver los problemas), nunca me doy por vencida, no desisto: tarde o temprano he de llegar a la meta.
Aprendí que no soy torpe, que en realidad nunca lo he sido; sólo soy zurda en un mundo de diestros y hay cosas a las que he tenido que adaptarme, hay cosas me cuestan más trabajo que a ellos pero eso hace que mi vida sea divertida; eso me obliga enfrentarme a grandes retos que para otros son trivialidades; eso me obliga a tener paciencia y a ser constante.
He leído y también lo he vivido que los zurdos somos creativos porque nos vemos obligados a inventar diversas maneras de adaptarnos al mundo de los diestros. Eso también nos hace fuertes y perseverantes.
Afortunadamente hoy ya no se discrimina a los zurdos ni se les considera malos. A mí ya no me tocó vivir en la época en la que les amarraran la mano y se les obligara a ser diestros. Mis papás me dejaron ser yo misma y me impulsaron a volar tal cual soy. Mi zurdez nunca ha sido un problema para ellos y siempre he contado con su apoyo para salir adelante.
Aun en los momentos más difíciles, cuando mi autoestima estaba toda lastimada, el saberme zurda me hacía sentir especial.
Hoy en día me da mucho gusto ver que ya hay más herramientas para nosotros, para facilitarnos este interesante proceso de adaptación.
No soy torpe, sólo soy zurda, felizmente zurda.
Cuando te pongas las agujetas, en vez de poner una encima de la otra, hazlo al revés y ponla por debajo. Luego ya haz el nudo como normalmente te sale. Yo soy derecho, pero he descubierto que nadie sabe abrocharse las agujetas correctamente.
¡Lo intentaré! Gracias Fabillou 🙂
Hermoso… yo nunca tuve problema, hasta ahora q me cuesta trabajar me siento lenta e inutil 😫😫
Entiendo cómo te sientes, pero no eres ni lenta ni inútil. 🤗