Filosofando sobre el día del amor.

Ya se acerca el 14 de febrero, el famoso y muy celebrado día del amor. Es el día de regalar flores, chocolates, tarjetas con corazones, el día de la miel y las cursilerías. También es un día  para que quienes consideran los forever alone se quejen amargamente de su soledad como si lo único importante en este mundo fuera tener pareja y sin ella nada tuviera sentido.

De este día, no sé que me desespera más: el exceso de cursilerías o las quejas de los forever alone (no me gusta llamarlos así,pero es como ellos mismos se hacen llamar).  Me parece terrible que quienes no tienen pareja se etiqueten de esa manera.  Creo que me habría hecho daño etiquetarme así en mis tiempos de soltera; me podría haber creído eso y entonces sí sentirme así para siempre.

Pero no se trata de criticar este día, creo que eso ya lo han hecho mucho.  Claro que es bonito tener un día para celebrar el amor, aunque estoy convencida de que todos los días hay que celebrar y agradecer el amor en nuestras vidas.  Por supuesto es una buena idea dedicar un día para darnos la oportunidad de ser un poco más cursis y románticos de lo normal. Eso no me desagrada. Además, como también ese día se celebra la amistad, me hace feliz recibir mensajes, cartas o llamadas de mis amigos.

Lo que no me encanta es la mercadotecnia y la cantidad de mensajes equivocados que por medio de la publicidad se envían sobre el amor y lo romántico. El hecho de que para muchos regalar flores, tarjetas, chocolates, bombones sea considerado una obligación me desagrada bastante. Tampoco me gusta que para muchos hombres y mujeres este día sientan la presión de planear algo extraordinario para celebrar y no decepcionar a su pareja, quien  tiene muy altas expectativas para festejar ese momento.

Pensando en este día y las diferentes formas de celebrarlo, también me viene la la mente lo mucho que me desagrada la idea que hoy muchos tienen de lo romántico. Por ejemplo, algo que no me tiene nada contenta es como varias chavas están emocionadas por celebrar este día viendo en el cine la película 50 Sombras de Grey, una película llena de sexo pero que no tiene nada de amor ni de romance.  El ver la película en sí me parece irrelevante, pero considerarla como algo romántico y deseable,  me inquieta un poco. Ni siquiera logro entender por qué soñar con un hombre como Grey, pero no tengo nada más que decir al respecto de esa historia.

El que piensen que historias como esa son románticas, me obliga a preguntarme: ¿Qué es el romance? ¿y el amor?  Veo con tristeza que muchas personas confunden lo romántico con el tener contacto físico con la otra persona y con respecto al amor,  he conocido personas que lo miden de acuerdo al dinero.  He escuchado más veces de las que yo quisiera: «Mira el regalo (tan costoso) que le dio, se nota que la/lo adora».También hay quienes piensan que el amor es algo mágico que llega a convertirlo todo en color rosa.

Estando tan cerca del famoso  día de San Valentín no me preocupa la manera de celebrarlo, más bien filosofo un poco sobre el romance y el amor. Mis ideas no van de acuerdo con el materialismo y mercadotecnia alrededor de este día. Tampoco pienso en que lo romántico implica contacto físico. No me gusta la idea de que el no tener pareja implique algo negativo ni malo: la soledad significa oportunidad y es mucho mejor estar solo que mal acompañado. La soledad acompañada nos impide ver el camino a la felicidad.  El llamarse a sí mismo forever alone es como convencerse de que ese el único camino que queda y creo que no es una buena idea decretar lo que no queremos para nosotros.

Según el diccionario, romántico  significa apropiado para el amor o que lo produce.  En este momento, me quedo con la parte que dice «que produce amor».   Para mí lo romántico se encuentra en los  pequeños detalles (los cuales para mí son siempre los más importantes, los que más cuentan).

Los momentos más románticos de mi vida, contrario a lo que muchos pensarían, no están relacionados con besos ni tampoco con situaciones o relaciones amorosas; sin embargo, son momentos que sé recordaré a los ochenta y tantos años cuando esté por llegar el momento de mi muerte.

Uno de esos momentos sucedió cuando tenía 17 años; un amigo muy querido, mi hermano y yo estábamos platicando, sentados en la mesa del comedor de mi casa. Mi hermano le preguntó si sabía dibujar y él contestó que sí. Entonces mi hermano le pidió que me dibujara, lo que él hizo sin titubear.  Con su pluma dibujó una flor, sencilla pero hermosa. Después me miró con una enorme sonrisa y me la dio. Yo no podía hablar de la emoción. Guardé esa flor en un cuaderno y más de 20 años después, todavía la conservo.

Otro recuerdo que tengo sucedió muchos años después, cuando  fui a la República Checa,  J, mi amigo al visitaba, me llevó emocionado a un lugar muy especial e importante para él,  un lugar que se moría de ganas de mostrarme.  Cuando llegamos, era la escuela dónde le dieron mi dirección para que me escribiera (fue así como comenzó nuestra amistad por correspondencia y la cuál duró más de diez años).

Estos son algunos de los detalles con los que vivo lo romántico en la vida. Creo que lo romántico lo encuentro en la generosidad de las demás personas, en su sensibilidad, en su forma de mirarme, en su capacidad de conocerme, en los detalles.

Cuando empecé a salir con quien ahora es mi marido, todos los días me mandaba mensajes al celular; cuando iba a verme me traía emocionado las barritas que me gustaba llevar de lunch a la escuela (en esos días todavía trabajaba como maestra). Cada vez que me visitaba, sonreía al verme, cosa que no ha cambiado en los años que llevamos juntos (siempre me sonríe cuando despierta en las mañanas y cuando llega a casa en las tardes/noches).

El amor, según el diccionario, es el «conjunto de sentimientos que ligan una persona a otra». No me parece suficiente, pero no estoy muy segura de que el amor pueda definirse y no pienso intentar hacerlo. Lo más que puedo decir es que es el motor que mueve al mundo.  Definitivamente el amor no se trata de algo material, no se trata de tener lujos, no se trata de tener una pareja para presumir.  No es cómo las películas de Hollywood en la cual se juntan dos seres perfectos, guapísimos y con la vida resuelta. En la vida real ni somos perfectos ni nunca tendremos la vida resuelta, todos los días nos toca enfrentar diferentes retos, todos los días nos toca aprender algo.  Estoy segura de que se puede encontrar un amor que dure siempre, a pesar de que muchas personas afirman lo contrario. Sólo que es imposible lograrlo si buscamos los estereotipos que la sociedad impone, si nos guiamos por las comedias románticas del cine, si confiamos nuestra vida amorosa a novelas como las de Nicholas Sparks o John Green.

Al hablar de amor corro el riesgo de caer en lugares comunes o en la cursilería; sin embargo, la única manera que tengo de hablar de este tema es compartiendo mi experiencia o, mejor dicho, mi visión de este tema. Debo mencionar que en mi deseo de amar y ser amada, nunca me he centrado en el físico de los demás ni tampoco en el mío.  Jamás me he preocupado por ser físicamente perfecta ni tampoco me ha interesado que las personas a mi alrededor lo sean. En todos aquellos años en los que me sentí la flaca fea, soñaba con alguien que me amara a mí (mi alma, mi mente, mi manera de actuar y de ver el mundo) y nunca a mi cuerpo (la belleza física es efímera y jamás me aferraré a ella). No creo en curvas, tallas, estereotipos. No ofrezco perfección ni tampoco la exijo. Mi relación con el amor no tiene forma de flores ni de chocolates, tampoco involucra dinero.

El amor que vivo es un regalo que recibo todos los días y está siempre presente en el transcurso del día en detalles  como la llamada de mi marido a mediodía para decirme que me ama, para saber si estoy bien o si necesito algo; ese abrazo fuerte que me da todos los días cuando llega a casa feliz de verme después de un largo día trabajo; esa voz con la que me llena de paz cuando tengo miedo. De la misma manera está presente en su forma de impulsarme a ser mejor y a creer en mis sueños, en acompañarme a realizar mis metas, en su forma de confiar en mí y abrirme su corazón, en aceptarme tal cual soy con todo lo bueno que tengo pero también con mis sombras y tinieblas porque es el hombre que se queda conmigo cuando me enojo o me siento llena de defectos.

El amor que celebro y agradezco es un trabajo de equipo, es caminar juntos tomados de la mano, es reírnos de todo  en todos los momentos posibles.

No sé si celebrar el día del amor este año o no porque en realidad no necesito grandes sorpresas. No espero ni una cena espectacular ni mil docenas de rosas. No necesito llenar la casa de corazones. Lo único que sé es que todos los días celebro y agradezco el amor en mi vida.  Por supuesto, unos días es más fácil hacerlo que otros, pero me esfuerzo en hacerlo todos los días.

Enojada o cursi, ocupada o relajada, siempre busco del amor hacer mi día.

Feliz día del amor este Febrero y todos los días del año.

Flor

Flor

~ por Naraluna en febrero 9, 2015.

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