UNA NOTICIA QUE TODO LO CAMBIA…
Hoy 13 de abril del 2012 me desperté con un fuerte dolor de cabeza y con angustia por una pesadilla que tuve. No tenía idea de que mi día sería exactamente lo contrario a lo que soñé ni de que sería hoy el día que tanto hemos esperado. Todo parecía indicar que sería un día ordinario pero tranquilo. Por fin, después de algunos meses, regresé como voluntaria al hospital y eso era algo muy bueno. La Pequeña Traviesa y Gran Guerrera tenía consulta hoy, como cada quince días o como cada semana, según la etapa del tratamiento en la que nos encontráramos. Así comenzó mi día: los tres camino al hospital. La Pequeña Traviesa y mi marido listos para la rutinaria consulta y yo lista para ayudar a los niños con cáncer en el hospital. No imaginaría que un par de horas más tarde los doctores dirían: «Ha terminado el tratamiento.».
Llegaron las palabras que desde hace dos años y siete meses esperábamos oír. Para ser exacta, las palabras con las que soñábamos desde septiembre del 2009, cuando en el hospital nos dijeron que la Gran Guerrera tenía leucemia. En ese entonces ella iba a cumplir 9 años.
Está por demás decir que cuando uno escucha la palabra leucemia, que se entiende como cáncer en la sangre, lo primero que llega es el miedo seguido de la angustia. Y, por supuesto, las lágrimas. En ese mismo instante comienza la lucha, la lucha más intensa, más dura, más fuerte: la lucha por la vida, la vida de la persona que uno ama sin límites sin condiciones y por la que uno lo daría todo, incluyendo la vida misma, sin pensarlo dos veces. Queda claro que a partir de eso todo cambia y para siempre. Todo se vuelve un «antes de la leucemia» y «durante la leucemia». Todo este tiempo uno lucha y reza porque llegue el «después de la leucemia», en la que la enfermedad ha sido superada y la persona sigue su camino con salud… Sin embargo, sabemos que no todos llegan a esa etapa del después y esa es la parte más dura, más más dura de todo el proceso. Porque uno lucha por la vida teniendo muy cerca a la muerte. La mejor manera de salir adelante es en equipo. El cáncer y todas las enfermedades de este tipo se combaten en equipo. El paciente necesita de todo el amor y toda la fuerza de las personas que lo rodean. Así que, aunque a veces el dolor nos lo quiera impedir, es sonriendo, es riendo, es viendo hacia el futuro como se lucha contra esto además del gran trabajo de los doctores. Por dos años y siete meses nuestras vidas giraron alrededor de los hospitales ya fuera por los internamientos, las quimios, los estudios necesarios o las consultas. Los primeros meses la Pequeña Traviesa no podía ir a la escuela, no podía ir al cine, prácticamente no podía salir. Inventamos cosas que hacer en casa. Después las cosas se normalizaron lo más posible. Pero la palabra cáncer como sinónimo de alerta (pon atención a todos los síntomas) está siempre presente. Lo que antes era «normal» deja de existir y todos los días hay que adaptarse a una nueva realidad, a una situación diferente. Los detalles que antes no eran relevantes, se magnifican. Todos los días sin excepción se dan gracias por un día más de vida y ese día se ve como el más grande regalo que jamás nadie haya recibido. Entonces, todos los días se vuelven ese regalo y todos los días se viven intensamente. Porque más que nunca se tiene presente el hecho de que no sabemos si habrá mañana. Y en el momento más vulnerable, donde las lágrimas parecen apoderarse de nosotros, de nuestra voluntad, uno tiene que levantarse y tomar la determinación de que habrá un mañana (o por lo menos de que haremos todo lo que esté en nuestras manos para que lo haya).
Dos años y siete meses de esta lucha. También dos años y siete meses en los que hemos conocido a personas solidarias, nobles, dispuestas a darlo todo. Personas que aun sin conocerte, siempre tienen un abrazo disponible, una palabra de aliento, un kleenex. La parte maravillosa de estos momentos tan duros ha sido la de conocer a personas que sonríen en las situaciones más adversas y que tienen un corazón tan enorme que pueden amar a los extraños y solidarizarse con ellos. Aquí la famosa frase «somos compañeros del mismo dolor» toma un sentido muy profundo y doy gracias a todas aquellas mamás, a todos aquellos papás, que vieron por nosotros en los momentos difíciles, que nos dieron consejos, ánimos, abrazos, palabras de aliento y que también nos permitieron apoyarlos. Todos nos unimos para celebrar las victorias de un niño o para llorar juntos en los momentos difíciles. Se forma un vínculo que nunca había vivido antes. Doy gracias a todos los niños que me enseñaron el valor de la vida y el verdadero espíritu de lucha. A pesar de sus circunstancias, muchos de ellos les dan ánimos a los adultos o a los otros niños. Doy gracias a los doctores que me tuvieron paciencia, que contestaron mis preguntas con buen modo (y vaya que preguntaba y preguntaba y preguntaba…) y que pusieron todo de su parte para salvar a nuestra Guerrera. Doy gracias a Aquí Nadie se Rinde por el apoyo a la Pequeña Traviesa y por darme la oportunidad de ayudar a más niños guerreros. En dos años y siete meses he visto a niños salir adelante pero también me ha tocado vivir tristes despedidas. Hoy pienso en Aitana, Casandra, Andrea, Ángel, Tania, Wendy. Los llevo siempre en mi corazón. Su amor siempre los mantendrá vivos en nosotros. Pienso en Andrés, a quien no conocí, pero cuya última voluntad fue el ayudar a más niños como él; voluntad que se ha cumplido gracias a sus padres (a quienes admiro mucho y que son los presidentes de Aquí Nadie se Rinde). Pienso en las mamás de estos grandes angelitos que hoy ya no están con nosotros y en su ejemplo de fortaleza y les agradezco todo ese amor, esa entereza y esa capacidad de seguir ayudando para ganar esta lucha contra el cáncer. Yo me uní a esta lucha hace dos años siete meses y seré parte de ella siempre.
Hoy viernes 13 de abril de 2012 llegó la noticia como a las 10:30 de la mañana. La Pequeña Traviesa y Gran Guerrera fue dada de alta. Hoy comienza la etapa del después. Llegó la hora de guardar todos los medicamentos, de despedirse de las quimios, de enfrentarse a otras batallas, la principal ahora: mantenerse sana. Hay que seguir adelante y superar la etapa de vigilancia ( etapa en la cual ya no se le da ningún medicamento ni quimios pero que cada dos meses se realizarán estudios de control para cerciorarse de que las células ya no produzcan blastos). Lloré al recibir la noticia. Reí también. A lo largo del día he llorado y reído. Y sigo así. Ahora entiendo porque a veces se llora tanto en los momentos felices. Porque hoy lloro para liberar el peso de estos dos años y siete meses. Lloro para sacar el dolor y el miedo que me guardé. Lloro para sacarlo todo y poderme llenar de risas. Quiero reírme hasta que me duelan la garganta y el abdomen. Quiero reírme sin parar y que la gente piense que estoy loca, loca sin remedio, felizmente loca. Hoy guardaré todas las cajas de los miles de medicamentos en el cajón. Hoy rezaré para que los niños del hospital lleguen a este momento y un día (ojalá no tan lejano) sus papás puedan vivir este sentimiento. Lo deseo con toda mi fuerza.
Y no, mi vida nunca volverá a ser como antes de que la leucemia llegara a nuestra casa. Nunca. Será mejor porque somos más fuertes y más conscientes. Porque sabemos lo afortunados que somos por estar vivos, sanos y juntos. El dinero va y viene pero somos dueños de los más grandes tesoros: la vida, la salud y el amor, el amor que nos ha sacado adelante.
Solos no habría sido lo mismo. Agradezco a nuestra familia y amigos, que nos mostraron que su apoyo y amor es incondicional porque estuvieron en las buenas pero sobre nos acompañaron en los momentos más malos, más difíciles, nos tuvieron paciencia y jamás, jamás, nos dieron la espalda sin importar que a veces nos alejáramos o no les mostráramos nuestra mejor cara. Gracias porque nos dejaron ser nosotros mismos y nos acogieron en todo momento. Gracias también a los que se volvieron nuestros amigos a partir de este momento.
Me siento libre con una libertad que no conocía o que quizá ya había olvidado… y no necesito ninguna substancia ni alcohol para sentir que vuelo, para sentirme embriagada por una emoción que no me cabe en el cuerpo. No me cabe. Mi agradecimiento es infinito y mi sonrisa también.
No puedo escribir más. La lluvia en mis ojos es fuerte ahora. Mis manos tiemblan. Y sólo quiero abrazar a mi familia.
Gracias por esta noticia que lo ha cambiado todo.
SENCILLAMENTE HERMOSO. ME VI REFLEJADO MUCHAS VECES EN TUS PALABRAS. LOS QUIERO EEEEEEEEEEEEEEEEEEEE Y LA LLUVIA ACA TAMBIEN ES FUERTE. A VECES SE LLORA DE TRISTEZA PERO AHORA ES DE ALEGRIA. REBEKA TQEEEEEEEEEEEEEEEEEE
Nosotros también te queremos enormidades. 🙂 Gracias, ahora nos toca reír mucho. Abrazo. 🙂
Carla, gracias por compartir de manera tan clara el fin de éste proceso, y el comienzo de otro. Eres una mujer muy fuerte y valiente, le doy gracias a Dios que seas parte de la vida de Jorge, Rebeca e Inés. Malena
Gracias Malena. ¿Qué puedo decir? Yo le doy gracias de que ellos sean mi familia. 🙂
Felicidades por la Gran Noticia! Felicidades tanto a Rebeca como al resto de la familia porque sabemos que sufrian la enfermedad al parejo; los quiero A todos! mil besos. Adriana
Gracias, gracias por acompañarnos y apoyarnos en todo el proceso. Un enorme abrazo. 🙂
No cabe duda querida sobrina, que Dios es muy grande, siempre esta mostrándonos su amor y guiándonos por esta vida, a veces nos parece que de manera muy ruda y difícil, pero siempre hacia nuestra felicidad, ¿acaso puedes esconder ese sentimiento tan grande y profundo que ahora tienes? llora, grita, ríe, abraza, ama, entrégate (como lo has venido haciendo desde hace mucho) pero lo mas importante, NO OLVIDES, es Él quien lo hace posible todo, AGRADECE cada instante de lucha porque te hizo (los hizo) mejores seres humanos, porque les ha permitido llegar a una meta anhelada. Un abrazo muy fuerte y todo mi amor para Ti, JEA, Inés y Rebeca que además ha madurado muchísimo. Federico
¡Gracias Perico! También muchas gracias por tu apoyo y por la paz que nos diste en tu última visita. Te queremos y extrañamos mucho. Y tengo muy presente tus palabras de ahora y todo lo que platicamos cuando viniste. GRACIAS. 🙂