Libros impresos y digitales.

Hoy en día es  muy común  y  también  muy práctico leer libros en la computadora, tableta, teléfono inteligente.  Desde cierta perspectiva es mucho más cómodo tener libros digitales pues ahorran espacio. ¡Cientos de libros caben una pequeña tableta! He leído y escuchado a muchas personas decir que, eventualmente, los libros impresos dejarán de existir, que poco a poco serán reemplazados por los libros digitales.  Muchas personas se preguntan, ¿libro impreso o digital?   Para mí, la respuesta es ambos.  Ambos tienen sus ventajas y desventajas. No creo que  desaparezca el libro impreso y espero que eso no suceda; para mí sería una gran pérdida.

Las primeras veces que me hablaron de libros digitales, me mostré un poco escéptica.  En un principio no me pareció una buena idea.  Creo que la principal razón fue la luz de la pantalla.  Aunque paso mucho tiempo frente a la computadora, no soy muy tolerante a su luz.  Hay días en los que me duele la cabeza o días en los que mis ojos se quejan.  Imaginar tener que leer mis libros en una pantalla me desconcertó mucho.  Después aprendí que en algunas tabletas la pantalla no es tan brillante, no molesta (o por lo menos no tanto).  Después de pensarlo mucho, hace unos meses tuve la oportunidad de comenzar a leer libros en una tableta.

Me atrajo mucho la idea de poder leer libros en otros idiomas  pues en México, no siempre se pueden encontrar y sí los hay, a veces son muy caros. Por medio de sitios como Amazon (www.amazon.com) se pueden conseguir estos libros y a precios más económicos.  Además  llegan  inmediatamente a nuestra cuenta de correo electrónico. En resumen  los libros digitales  tienen dos grandes ventajas: no ocupan espacio y  se pueden conseguir libros de diferentes lugares del mundo o libros que es difícil encontrar en ediciones impresas; es decir, nos permite tener acceso a una mayor cantidad de libros.

Me gusta la experiencia de leer en una tableta pero no se compara a la de tener un libro impreso en las manos.   Hay pequeños detalles que no me convencen del todo.  Estaba felizmente leyendo a Paul Auster cuando mis libros desaparecieron de mi biblioteca.  Fue un defecto de la versión del programa que usaba para leer.  Fue necesario obtener la versión más reciente. Afortunadamente  y con ayuda de mi marido, pude recuperar mis libros.  Después, justo cuando  estaba a punto de terminar el libro, se acabó la pila de la tableta. Fue necesario esperar un par de horas para poder continuar leyendo.   No me encanta picar la pantalla para pasar a la página siguiente.  Me hace falta sentir el papel deslizarse entre mis dedos, mover el separador de libros,  abrir y cerrar el libro.

Sí me gustan los libros digitales, pero  amo los libros impresos.  Es cierto que ocupan mucho espacio. No es lo mismo tener cien libros digitales en una pequeña tableta a tenerlos en varios libreros. Lo comprendo. A veces ya no sé dónde guardarlos.  Reconozco también que para viajar no es lo mismo cargar una tableta que varios libros, sobre todo si estos son gruesos o de tapa dura.   Sin embargo, nada se compara al sonido de las páginas cuando se mueven.  Me gusta recorrer las páginas para saber cuánto me falta para terminar.  Cuando se pierde la página, es fácil saber dónde me quedé porque las páginas ya leídas están un poco más oscuras que las páginas que faltan por leer.

Me emociona tener un libro en mis manos, lo saboreo desde la portada.  Me gusta su aroma y su historia. No es lo mismo un libro nuevo que un libro que ya tiene sus años.  Los libros impresos guardan el tiempo en sus páginas.  Me hace feliz acariciar sus páginas y sentir la textura del papel en mis dedos.  Cuando leo un libro usado, me gusta imaginar quienes lo leyeron antes que yo y con los libros nuevos me gusta imaginar quienes lo leerán después. A veces guardan historias de las personas que los leyeron.  Después de su partida, me quedé con varios libros de mi abuelita. En algunos me he encontrado con dedicatorias, palabras de personas que no conocí: breves historias, anécdotas, sentimientos que los llevaron a compartir ese libro con la persona a la que se lo regalaron.  Me encantan los libros con pasado .

Cuando pienso en regalar un libro, me gusta escribirle una dedicatoria. No me imagino regalar un libro sin escribirle algo antes.  Sería como regalar un chocolate sin envoltura.  Hoy todavía eso no es posible con los libros digitales como tampoco lo es autografiarlos. Me hace feliz conocer a un autor al que admiro y pedirle que me autografíe uno de sus libros.  Es un pequeño detalle que significa mucho y que me hace sonreír. Me gusta  releer esas palabras, atrapar el momento, llenar mis libros de historia.   Pocas cosas me dan tanta paz como tener un libro en la mano.

La mayoría de los libros son muy resistentes: aguantan caídas, rasguños, el paso del tiempo e inclusive algunos sobreviven al agua, pero sobre todo, sobreviven a mis manos de mantequilla que todo lo tiran.  No sé cuánto me duraría mi tableta si la llevara  a todo lados.

En fin.  Ya s ean digitales o impresos,  de una cosa estoy segura:   no puedo vivir sin los libros.

~ por Naraluna en mayo 24, 2013.

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