Cartas para Nadie. Cuadragésimo séptima carta. Visitando a Ana Frank.
15 de Junio de 2023
¡Hola! ¿Qué crees? Acaban de inaugurar una exposición en el Museo de Memoria y Tolerancia: Ana Frank. Notas de Esperanza. Si vas entre semana tempranito, el museo está vacío, nosotros éramos casi los únicos ahí.

Antes de entrar, te llama la atención que las puertas son iguales a la cubierta del diario de Ana. Cuando se abren, al centro hay una imagen color negro, es el edificio de Prinsengracht 263-267, el escondite. A su alrededor, las paredes se iluminan con frases de Ana en letras enormes. Mientras las lees, escuchas la voz de una niña contando su vida.

Das unos pasos y llegas a la primera sala, la luz es tenue. En los muros ves la misma imagen color negro del escondite, también conocido como el Anexo Secreto. En esta parte del recorrido, hay información breve y concisa sobre la Primera Guerra Mundial, Hitler en Alemania, la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración, la situación de los judíos, los gitanos, los homosexuales, las personas con discapacidad. En paralelo, tienes la historia de la familia Frank hasta el momento de su llegada allí. Después, un poco más adelante, encuentras el librero que oculta la puerta del Anexo Secreto…

La señorita a cargo, Nadie, lo moverá y sentirás cómo cambia la atmósfera. Al momento de entrar, quizá viajes en el tiempo, cómo yo. Caminarás en la penumbra, te guiará la escasa luz de la lámpara junto al radio que susurra las noticias en holandés. El pasillo es estrecho y no hay ventanas. El lugar huele a claustrofobia y tu estómago se encogerá. La cocina está pegada a la pared, la mesa del comedor está al lado, el espacio es muy reducido. Cuando veas el excusado diminuto acuérdate que hay horarios estrictos para ir al baño, esto evita que los habitantes sean descubiertos.

Llegarás a la habitación de Ana. Tal vez quieras quedarte ahí unos minutos. En la pared encontrarás las fotografías de sus estrellas de cine favoritas, el escritorio con su famoso cuaderno. En su lugar, ¿tú qué escribirías? ¿Escribirías? ¿O quizá tu fobia al encierro te despojaría de las palabras y hasta de la vida? Ojalá nunca tengamos que saberlo, Nadie. Nunca, nunca.

Luego llegarás al ático, podrás ver el edificio de enfrente a través de la ventana. No te sorprenderías si de repente escucharas las sirenas de la Gestapo. Te distraerán las voces provenientes de la pantalla, saldrás del trance para ponerle atención al video. Se trata del destino de los habitantes del escondite después de su arresto. Sólo Otto Frank sobrevivió. Ese video no dura mucho, va directo al punto, sin rodeos. Tal vez eso te guste, como a mí. En diversos rincones de esta sala cuelgan hojas amarillentas, arrugadas como palabras desorientadas, frases rotas, muerte…

Ya estás cerca de la salida, ahora las paredes son espejos. Aquí también hay una gran cantidad de hojas arrugadas pero esta vez son de colores. A pesar de la solemnidad de este momento, te transmiten entusiasmo por vivir, ilusión. Quizá mires a tu alrededor y convivas con tus reflejos, aliviado por la luz que llega, porque, tú, como yo, eres libre para salir a la calle y pasear…

En fin, te recomiendo ir a esta exposición, la entrada cuesta 65 pesos.
En una de mis cartas te conté como el diario de Ana Frank me inspiró a escribir uno yo. Porque a mis once años también yo necesitaba alguien a quien confiarle todo y que fuera para mí un gran apoyo. De la misma manera, casi por los mismos motivos, al inicio de la pandemia, te reencontré a ti, querido Nadie, y tres años después sigues siendo para mí ese gran apoyo.
Por cierto, ¿sabías que en el museo de Ana Frank en Amsterdam, el Anexo Secreto no tiene muebles? Otto Frank quiso que se quedara vacío como lo dejaron los nazis cuando llegaron por ellos.
Salimos del museo y en las calles del centro, junto a la Alameda Central, una de las soberbias jacarandas todavía tiene algunas flores. No las había visto en junio, el violeta suele marcharse en mayo a más tardar. Yo celebro obsequios como éste y me gusta compartirlos contigo.

Hasta la próxima semana, cuídate mucho.
Carla
