Lo que un “clic” se llevó.
La desventaja de la computadora es que al borrar no queda huella de las palabras. Claro que se puede presionar ctrl + Z pero no siempre funciona. Si se cierra el archivo, si se traba la computadora, si se acaba la pila y no se guardó la información,aquello que escribimos se esfuma y no hay manera de retroceder. Si una idea nos asusta, es mucho más fácil deshacerse de ella por este medio. Quizá podamos convencernos de que nunca existió. En cambio, en el papel queda la huella, la palabra escondida debajo del las líneas, los tachones, los garabatos. Quizá ilegible, pero sigue ahí, recordándonos su existencia. Inclusive si se rompe el papel, queda la posibilidad o, por lo menos, la esperanza de que la idea puede armarse como si fuera rompecabezas. Sólo hay que buscar los pedazos y darles sentido nuevamente. Además, en el papel, Una idea tiene la posibilidad de resistirse: la tinta no se borra, los tachones la ocultan pero sigue ahí, aún en el bote de basura algún curioso podría encontrarla y rescatarla o el escritor arrepentido podría regresar por ella… Pero aquí, frente al monitor, un sólo clic, en menos de un segundo, acaba con todo. En realidad, esto es un arma terrible para quienes son impulsivos o no confían en sí mismos; es la kriptonita de las ideas. Frente al clic no tienen ninguna defensa ni escapatoria. Inmediatamente son eliminadas de toda memoria. No queda ni siquiera un micro punto que denote su existencia. Antes, para deshacerse de ellas, había que luchar con el papel: rayarlo con fuerza y/o romperlo en varios pedazos diminutos pues arrugar el papel no era suficiente y tachar sólo con una raya no ocultaba nada. Entonces los impulsivos teníamos oportunidad de reflexionar antes de terminar de tachonar o romper el papel; podíamos estirar el papel de nuevo y renovar la idea que tanto nos había sobresaltado. O por lo menos releerla y rescatar lo «rescatable». Existía la posibilidad de darle forma de nuevo, revivirla con otros colores…Teníamos la conciencia de que estaba ahí…era más difícil huir de ella…
Hoy, gracias a este «maravilloso» clic, me confieso responsable de haber asesinado varias ideas que tuvieron una oración de vida, cuando mucho, dos. Porque después, mi cerebro avergonzado dio la orden de suprimir (y automáticamente a «velocidad de la luz» presioné el botón delete/suprimir). La hoja virtual quedó completamente en blanco, sin cicatrices, como si nada hubiera sucedido, como si ninguna palabra hubiera encontrado en ella un camino; es decir, como si el acto de crear jamás hubiera existido. No pude soportar el vacio, el luto blanco imperceptible para los demás, la falta de esas palabras que no volverán a mí, el sonido del clic imperdonable que se lo llevó todo.
Por eso apagué la computadora y corrí por mi cuaderno. Después saqué la pluma del cajón y comencé de nuevo…
25 de agosto 2011
Completamente de acuerdo contigo, una hoja de papel es un objeto tangible de nuestro paso por esta vida, una «herencia» para todo aquel que tenga en sus manos nuestras ideas emergidas de nuestro cerebro, sentimientos convertidas en letras, frases, oraciones, manifiestos.
El olor de una hoja de papel impregnada de cualquier tinta con nuestros escritos es enviar a una persona a un pasado, a imaginaciones de nuestras vivencias y sobre todo, hacer volar nuevamente la imaginación, la cual se ha perdido. En la actualidad todo dura con un breve toque a una tecla……delete…..on….off….solo un instante es la vida actual moderna, tan presurosa, e incluso por momentos descuidada.
Roberto!! Muchas gracias por tu leer mi blog y por tu comentario. Gracias por compartir conmigo. Un abrazo.
La hoja en blanco se convirtió en la pantalla en blanco, a cuál más temible. Lo bueno es que, incluso ante la hoja en blanco (o su equivalente digital) siempre habrá una voz que piense, que la analice, que descubra sus secretos. Qué mejor que tu voz para desvelar (quitar el velo) de los espacios en blanco.
Jea! Gracias por tu ENOORME apoyo!!! :):)